Efectivos del Batallón 17 de la Brigada de Infantería de Marina No.1, incautaron 1.200 metros cúbicos de madera en el río Magdalena a fines de agosto de 2016. (Foto: Armada Nacional de Colombia)
La Armada Nacional de Colombia trabaja para combatir el tráfico ilegal de la fauna y la flora a lo largo y ancho del territorio nacional y proteger los diversos y únicos recursos naturales del país.
Para lograr el control y una acción efectiva contra el tráfico ilegal de vida silvestre y la tala y comercio ilegal de madera, “las tropas, a través de las operaciones realizadas en los puntos de control en las vías terrestres y fluviales en coordinación con la policía, tenemos resultados cada semana”, dijo el Coronel de Infantería de Marina Carlos Enrique Montenegro, comandante de la Brigada de Infantería de Marina No. 1, en Corozal, Sucre.
En su Plan Estratégico Ambiental 2013 – 2030, la Armada contempla el combate al tráfico ilícito de especies silvestres, el control estricto de la explotación irracional de recursos naturales y la protección de diversas especies silvestres en peligro de extinción. En lo que va de 2016, han propinado duros golpes a las finanzas de los grupos criminales que delinquen en diferentes regiones del país y que comercian con el tráfico ilegal de recursos naturales. La Armada también evitó el tráfico, la venta y la explotación de 11.899 especies vivas protegidas y 4.212 metros cúbicos de madera.
“El tráfico de madera y de especies silvestres son unos de los principales motores de pérdida de biodiversidad no recuperable en el país. Estas acciones están vinculadas con otro tipo de actividades ilícitas como el narcotráfico”, comentó a Diálogo María Piedad Baptiste, investigadora del Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alexander Von Humboldt en Colombia.
“El país es blanco de extracción de especies silvestres debido a la demanda que hay de estas variedades en peligro de extinción, tanto en el comercio formal como en el ilegal”, enfatizó Baptiste. Por otro lado, Colombia es considerada como la primera nación en biodiversidad mundial en anfibios y aves, segunda en plantas, tercera en reptiles y quinta en mamíferos, precisó la Armada en su plan.
Tráfico ilegal
Los traficantes ilegales de fauna y flora silvestre aprisionan animales vivos como los monos capuchinos, guacamayas, flamencos, tortugas, capibaras, boas, tigrillos y aves diversas, para venderlos por miles de dólares como mascotas, a la industria de la moda, o para alimentación. “Hay mamíferos y aves exóticas que pueden costar varios miles de dólares”, indica el Cnel. Montenegro.
Estas especies son capturadas en diferentes departamentos del país para transportarlas a distintas regiones del mundo.
En Colombia, más de 1.500 especies protegidas de fauna y flora silvestre son objeto de tráfico ilegal, informa el sitio web sobre biodiversidad SIB Colombia. (www.sibcolombia.net).
Esta actividad mueve cada año aproximadamente US$ 22.000 millones en el planeta, de acuerdo con el Reporte sobre el crimen de la vida silvestre mundial 2016, emitido por la Oficina de las Naciones Unidas contra las Droga y el Delito. Esta actividad ilegal está situada entre los cuatro mayores delitos transnacionales, junto con el tráfico de drogas, armas y tráfico de personas, informó la Unión Europea en su informe Plan de acción contra el tráfico de especies silvestres, del 26 de febrero de 2016.
La Policía ha identificado a los delincuentes como individuos que están organizados en redes de traficantes, generalmente grupos de familiares o de amigos. Estas agrupaciones cuentan con embarcaciones, fincas, bodegas y los vehículos necesarios para facilitar la operación de los grupos de recolectores (campesinos, pescadores y miembros de comunidades indígenas) de transporte y de comercio en el tráfico ilegal de fauna y de flora silvestre.
Colombia también es un lugar donde prolifera el contrabando de madera de manera ilegal. Las especies más traficadas son cedro negro, palma colombiana, algarrobo y linde, que son especies en peligro de extinción. Los bosques del Pacífico y del Amazonas son los lugares predilectos para quienes están detrás del negocio ilegal con conexiones en otros países de Asia, América y Europa.
Cooperación conjunta
Entre agosto y octubre, elementos del Batallón 17 de la Brigada de Infantería de Marina No. 1 desarrollaron una operación sobre el río Magdalena, la principal arteria fluvial de Colombia. Hasta agosto, ya habían logrado incautar casi 1.200 metros cúbicos de diferentes especies de madera en esa zona. Los tablones estaban amarrados en forma de barcaza y eran transportados por dos motores eléctricos de 40 caballos de fuerza cada uno.
“Esta es una de las mayores incautaciones realizadas por la Armada Nacional. Llevamos mes y medio en el transporte de esta madera. Hasta el momento hemos recuperado 600 metros cúbicos de tablones, aunque con las lluvias hay material que ha sufrido mucho daño”, comentó el Cnel. Montenegro.
Desde el 15 de julio de 2015, las Fuerzas Armadas de Colombia colaboran estrechamente cada mes con la Mesa Nacional de Control Ambiental, conformada por el cuerpo especializado de la Procuraduría General de la Nación, la Policía Ambiental, el ministerio de Medioambiente, Parques Naturales Nacionales y la Asociación de Corporaciones Autónomas Regionales y de Desarrollo Sostenible.
El Cnel. Montenegro señaló que estas acciones deben ir acompañadas de una “política ambiental más fuerte en cuanto a las sanciones y a los procedimientos que uno puede hacer para erradicar de forma definitiva a quienes trafiquen”.
En Colombia el tráfico ilegal de fauna y flora silvestre están penalizados por la Ley 1333 de 2009. Las multas van desde los 5.000 salarios mínimos (unos US$ 1.100) hasta prisión de 4 o 9 años. “Las penas son muy bajas”, agregó el Cnel. Montenegro.
Por su parte, el Instituto Humboldt trabaja para identificar por medio de códigos de barras a las especies silvestres victimas de tráfico ilegal en el país. “Esta medida ayuda a tener un mayor control de las especies, especialmente de las endémicas y en riesgo de extinción”, concluyó Baptiste. Esta información es una herramienta muy útil para las autoridades judiciales y ambientales en su lucha contra los delincuentes.
Fuente: Diálogo Américas