Terreno destruido para el cultivo de palma aceitera en un pantano de turba en la provincia de Aceh, Indonesia. Las turberas tropicales almacenan inmensas cantidades de carbono que han sido acumuladas durante miles de años. Fotografía: Dita Alangkara / CIFOR.
Los científicos que monitorean la cantidad de carbono acumulada en las turberas de Indonesia durante a lo largo de miles de años han pronosticado que millones de toneladas de dióxido de carbono podrían ser liberadas a la atmósfera si se las continúa talando, drenando y quemando para su conversión en plantaciones de palma aceitera y otros productos agrícolas.
“Los pantanos de turba de Indonesia han evolucionado a lo largo de miles de años hasta crear un sistema de almacenamiento perfecto para encerrar el dióxido de carbono que contribuye al cambio climático”, dijo Sofyan Kurnianto, científico del Centro para la Investigación Forestal Internacional (CIFOR) y autor principal de un nuevo estudio sobre turberas.
“Podría tomar miles de años recuperar la pérdida de carbono producto de la conversión de las turberas”
“Apenas estamos empezando a comprender la magnitud de las emisiones que se liberan cuando las turberas son taladas y quemadas para la agricultura y el cultivo de la palma aceitera”.
Aunque los científicos conocen desde hace un tiempo el potencial de las turberas para capturar carbono (que conservan cinco veces más carbono que los bosques tropicales y representan un tercio de las reservas mundiales totales de carbono) poco se sabe sobre las cantidades reales acumuladas en sus suelos y los impactos que pueden generar las prácticas no sostenibles de uso del suelo.
Cada año se destruyen más de 100.000 hectáreas de turberas para convertirlas en plantaciones de palma aceitera y otros productos agrícolas. Cuando los pantanos de turba son drenados, convertidos y quemados, grandes cantidades de carbono son liberadas a la atmósfera.
CUANTIFICANDO LA SITUACIÓN
Según un informe del año 2010 el 85% de las emisiones de gases de efecto invernadero de Indonesia resultan de actividades de uso del suelo, con un 37% causado directamente por la deforestación y un 27% debido a la quema de turberas.
Pero este nuevo estudio de CIFOR es pionero por haber utilizado Holocene Peat Model, un método para reunir la información existente sobre los tipos de vegetación, las tasas de descomposición de desechos y la profundidad de la capa freática de las áreas costeras y de turberas interiores de Indonesia. Con esto se busca estimar la cantidad de carbono acumulada a lo largo de períodos de 5.000 y 11.000 años.
Este método se ha utilizado para crear una serie de escenarios que permitan predecir los impactos de la tala de bosques y la quema de turba, para la conversión en plantaciones de palma aceitera.
Entre los hallazgos se encontró que de las 3.300 toneladas de carbono por hectárea que se encuentran almacenadas en las turberas costeras de Indonesia, hasta un 50% sería liberado hacia la atmósfera durante los 100 años posteriores a su conversión para plantaciones de palma aceitera. Esto equivale a a 2.800 años de acumulación de carbono.
“Lo sorprendente fue descubrir cuán lento es el proceso de acumulación de carbono en las turberas, pero cuán rápida la liberación hacia la atmósfera, cuando alteramos estos sistemas por la actividad humana”, resalta Daniel Murdiyarso, científico principal de CIFOR y coautor del informe.
Dicho de otra manera, se requerirían más de 2.300 hectáreas de turberas vírgenes cada año -el equivalente a 3.200 campos de fútbol- para absorber la misma cantidad de carbono que una sola hectárea de bosque convertido pierde durante 100 años.
Los científicos esperan desarrollar el Holocene Peat Model, para estimar las emisiones de metano y material de carbono perdidos durante el drenaje de las turberas, lo que podría aumentar las estimaciones hasta en un 20%