Foto: Celulose Online
Numerosas instituciones oficiales y privadas, bancos y empresas de servicios públicos, han adelantado desde hace años campañas para el no uso de papel en sus reportes, extractos bancarios y comunicaciones, bajo el argumento de que con ello se hace una labor ambiental altruista en aras de la conservación de los recursos naturales, particularmente de los bosques. Bajo la política de «papel cero», insisten a los usuarios para que prefieran el uso de reportes digitales que se transmiten por internet, lo que de paso, aunque eso no se dice, les ahorra a las empresas los gastos de envío y distribución.
En Brasil, el 100% de la producción de papel tiene su origen en árboles plantados para ese fin, que tienen ciclo de cosecha y plantación anual, proceso que contribuye también a preservar matas nativas. Sin embargo, la frase «antes de imprimir, pensar en el medio ambiente» sigue de moda y en las firmas de varios correos electrónicos corporativos.
La expresión causa impacto, crea la ilusión de un fuerte compromiso ambiental y aún deja un peso en la conciencia por el uso del papel. Lo que pocos saben es que el papel de bosques plantados y su consumo no perjudican al medio ambiente.
El papel viene del árbol sí, pero no desmata bosques nativos, por el contrario: los árboles plantados recuperan áreas degradadas previamente por la acción del hombre, y contribuyen a preservar la biodiversidad por medio de técnicas como el plantío en mosaicos, en el cual árboles para fines industriales se intercalan con las nativas, creando corredores ecológicos.
Incluso la cosecha se hace de forma pensada, con residuos de los árboles (cáscaras y hojas), dejándose en el lugar para conservar la calidad del suelo.
De esta forma, el sector de bosques plantados actúa rigurosamente en la protección al medio ambiente, preservando 0,65 hectáreas de bosque nativo para cada hectárea cultivada para fines industriales, por encima de lo exigido por la ley brasileña. Esto sin hablar de asociaciones para la recuperación de hábitats como la mata atlántica, involucrando las inversiones de las empresas y la participación de pequeños productores y ambientalistas con el objetivo de recuperar 15 millones de hectáreas del bosque para 2050.
Los bosques cultivados de forma sostenible por industrias de papel, celulosa y paneles de madera retiran una cantidad significativa de CO2 de la atmósfera, gas que permanece almacenado en los productos derivados de esos árboles. Sólo en 2014, los 7,7 millones de hectáreas plantadas fueron responsables del inventario de cerca de 1.700 millones de toneladas de dióxido de carbono.
Otra ventaja del uso del papel es el hecho de que este es reciclable, o sea, gran parte retorna al ciclo productivo después del consumo. Brasil está entre los mayores recicladores de papel del mundo. En 2014, se reciclaron 4,6 millones de toneladas del producto.
Así, las empresas que utilizan árboles plantados se convirtieron en referencia mundial y, por usar materia prima de origen renovable, la industria no genera gran cantidad de residuos peligrosos. El papel es, en realidad, un producto sostenible, hecho con fuentes renovables certificadas y que genera beneficios para el medio ambiente a través de la mitigación de las emisiones de carbono y el reciclaje.
Fuente: DCI / Adaptado por CeluloseOnline