Por primera vez existe un ambicioso proyecto de investigación internacional sobre cómo España y Portugal exploraron los mares del mundo, trazaron las rutas de la primera globalización y forjaron sus imperios. Se llama ForSEAdiscovery y se ha puesto en marcha desde el CSIC con fondos de la UE. 34 científicos de diversas especialidades estudiarán los orígenes y flujos comerciales de la madera que hizo posible la construcción de las flotas de la Edad Moderna (desde 1492 hasta las independencias americanas en 1824) y harán, con sus tesis, justicia a un patrimonio en peligro por causa de los cazatesoros.
«La arqueología no va de objetos, sino de conocimiento», según dijo el pionero de la arqueología subacuática George Bass. De este proyecto que ha reunido a algunos de los más prestigiososarqueólogos, dendrocronólogos y otras varias especialidesrelacionadas con la construcción naval y la historia que hay en el mundo, van a salir grandes avances científicos para el conocimiento de la importancia que tuvo aquella época y aquella navegación que nuestros antepasados hicieron posible.
La madera era el recurso fundamental durante aquellos siglos y lo fue mucho más cuando las naciones de Europa se lanzaron a explorar y conquistar el mundo. La construcción debarcos de guerra precisaba mucha madera y el estudio de su comercio está deparando grandes sorpresas, puesto que «los enemigos, en mitad de una guerra, podían pugnar o en ocasiones llegaban incluso acooperar, según sus intereses, para conseguir madera, como hoy puede ocurrir con el petróleo o las armas», nos dice Ana Crespo Solano, la investigadora que dirige este gran proyecto. El mundo cambia menos de lo que creemos.
Llama la atención que esta investigadora haya tenido que acudir a los fondos de la UE para lograr, en tan poco tiempo, lo que décadas de olvido, o incuria del Gobierno de España y de falta de visión de las Comunidades Autónomas, centradas en la gestión de sus transferencias sobre el patrimonio local, no habían podido ni siquiera debatir o plantear: una estrategia a la altura de este patrimonio, que guarda algunas claves perdidas de nuestra sociedad actual. Ana Crespo nos recibe en la sede madrileña del CSIC, donde ha reunido a la mayor parte de los participantes en este proyecto. Y dice: «Tengo ya larga experiencia y por eso quería demostrar que se puede hacer un proyecto serio en España en relación con la arqueología subacuática de época moderna, con la historia marítima y con el patrimonio marítimo español». La financiación de la UE ha rozado los 4 millones de euros. El proyecto gustó mucho.
«Tomadura de pelo»
¿No ha habido mucha seriedad? Esta investigadora es contundente en sus apreciaciones: «Lo que se ha estado haciendo en este campo hasta ahora en España, incluso desde las instituciones, es una tomadura de pelo, sobre todo para los científicos y los humanistas, que somos especialistas reconocidos y que parece que molestamos». ¿Por qué? «Porque hasta ahora el patrimonio subacuático se ha visto como una carga y no como una inversión. Tengo suficientes años para estar por encima de eso y he pedido el proyecto a la UE. Era la única manera de pasar por encima de el Gobierno y las instituciones que han dejado tan mal este campo», asevera sin perder la sonrisa esta gaditana.
Ciertamente la idea de entrar en otro juicio como el de Odyssey o reflotar los restos de un galeón pueden ser la pesadilla de cualquier burócrata. Pero la voluntad de conocimiento y estudio, que es lo que nos falta según estos expecialistas, no es tan cara.
En en el CSIC coincidimos también con el portugués Filipe de Castro (INA y Texas A&M University) un referente de la arqueología mundial, que imparte un pequeño simposio. «Es difícil encontrar un proyecto tan importante como este y que además una a los humanistas y los de ciencias exactas. Ello nos permite aprender mucho, salvar la brecha que definió Charles P. Snow». De Castro está centrado en la construcción naval. «Hablamos de arquitectura y también de ética, dado que siguen vendiénse expolios probablemente de barcos ibéricos como el que se vendió el año pasado en Londres» ¿El objetivo? Es tan múltiple como los científicos reunidos y tiene que ver con el big data y la historia global: «Queremos hacer una base de datos de los tratados de construcción naval ibérica desde el siglo XVI al XVIII, que permita búsquedas. Queremos que acabe estando disponible online. Haremos también un glosario ilustrado de cada pieza de la arquitectura naval de época moderna, y nos gustaría realizar un navío pieza por pieza. El fin es conocer qué hace ibérico, español o portugués, a un barco, qué lo diferencia de uno francés o inglés, que son parecidos».
Ana Crespo añade el más difícil objetivo, unespectro histórico completo y profundo de los buques y naufragios. Miguel San Claudio, arqueólogo gallego que dirige el proyecto Finisterre con el INA y uno de los participantes, señala que «las maderas más utilizadas para la estructura y el casco solían salir de los bosques de roble del norte de España, y también había coníferas del sur y levante» Y pone como ejemplo el galeón de Ribadeo que era de roble. Falta que los dendrocronólogos del equipo dictaminen la procedencia de las muestras ya tomadas y las que vendrán. Se importaba mucha madera del Báltico y Escandinavia. Y por supuesto de América, donde se construyó por ejemplo «el Santo Cristo de Maracaibo», señala San Claudio.
Filipe de Castro y Ana Crespo nos subrayan la importancia de este patrimonio desde la historia global: «Con aquellos barcos abrimos un mundo que no se conocía y los que vinieron detrás de España y Portugal tuvieron que adaptarse. Pasada la llamada decadencia, incluso hoy, el peso geográfico y cultural es tan grande que hizo a los demás imperios quedarse en las periferias de aquel mundo» creado por la navegación hispánica. Todo fue posible por aquellas flotas. «Lamadera era un bien estratégico, la absorbían los poderes fácticos y la guerra permitió grandes monopolios, grandes negocios, como hoy día. Aquellas máquinas eran como naves espaciales de aquellos siglos. Los navíos oceánicos cambiaron la mentalidad, fueron un caballo de batalla que aplastó las flotas árabes, chinas. Yquien dominaba el mar con ellos, dominaba el mundo», concluye Ana Crespo.
Fuente: ABC