Las certificaciones de la madera

La madera es un recurso renovable que se puede reciclar y reutilizar. Además es reservorio de CO2. Esto hace que a menudo se haga una asociación directa entre madera y sostenibilidad, aunque no siempre es así. En este capítulo veremos qué aspectos debemos tener en cuenta para elegir la madera, para asegurarnos de que estamos optando por una opción realmente sostenible.

 

Lo primero que deberíamos preguntarnos es por qué la madera se considera un material sostenible.

Hay muchas razones, algunas de las más destacadas son:

Primero, que es un recurso renovable. El ciclo de crecimiento, vida y muerte de los árboles gracias a la energía del sol es constante y relativamente rápido. Por lo tanto si se consume madera de un bosque de una forma adecuada el bosque volverá a generar más madera sin que ello suponga un impacto ambiental relevante. Además el uso de la madera evita la utilización de recursos naturales no regenerativos, como el petróleo y los metales.

Es un material natural. Los procesos de transformación de la madera pueden llegar a ser mínimos, por tanto se utiliza muy poca energía para convertir un árbol en un producto de madera.

Es un material reutilizable y reciclable. Hay varias maneras de reutilizar la madera o de reciclarla, e incluso se puede acabar utilizando como abono o energía calorífica.

Es un material con balance de emisiones neutro. Cuando la madera se degrada o se quema libera CO2, pero es un CO2 que había absorbido previamente, por lo tanto no contribuye al cambio climático. Además durante toda su vida útil almacena CO2, por esto toda la madera que se genera en los bosques reduce la concentración de CO2 de la atmósfera.

Es un material saludable. No emite sustancias nocivas para la salud humana, regula la humedad del aire y en general supone un incremento del confort para las personas.

Es un buen aislante térmico. Ya vimos en un capítulo anterior que a nivel térmico las ventanas de madera son muy interesantes, siempre que estén bien hechas y se garantice su estanqueidad al paso del aire.

Por lo tanto ya veis que en general escoger la madera como material de construcción es una opción más sostenible. Sin embargo, como decíamos antes, hay que tener en cuenta algunos aspectos para asegurarnos de que realmente estamos haciendo una elección sostenible del material.

Lo primero que hay que saber es que existen certificados que garantizan la legalidad y sostenibilidad de los productos de madera. Hay varios conceptos que hay que conocer: la certificación forestal, la cadena de custodia, la certificación de los aspectos ambientales del producto y la certificación de la gestión ambiental de la empresa.

La certificación forestal es un proceso en el que se audita la gestión forestal de un bosque. Se exige el cumplimiento de unos determinados criterios establecidos por una entidad certificadora. Si se cumplen estos criterios la madera puede lucir un sello que indica que en la explotación forestal se cumple la ley y determinados criterios de sostenibilidad.

Los principales sistemas de gestión forestal son el FSC y el PEFC, aunque hay otros que son igualmente válidos. Cada sistema se rige por diferentes principios y criterios para ofrecer la certificación, como por ejemplo el cumplimiento de la legislación vigente, hacer un correcto mantenimiento de los bosques y preservar los derechos de la población local y la biodiversidad.

Tanto en Cataluña como en toda España y Europa hay más hectáreas certificadas por PEFC que por FSC, mientras que en países en vías de desarrollo está más arraigada la certificación FSC.

Estas certificaciones ofrecen garantías de la madera como materia prima, pero desde que la madera sale del bosque hasta que llega el edificio en forma de producto hay un largo camino que puede representar varios impactos ambientales. Por eso existe la cadena de custodia.

La cadena de custodia es una certificación que integra las fases de transformación, manipulación, transporte, almacenamiento, producción y comercialización de la madera.

El sello de los sistemas PEFC y FSC varían en función del tipo de producto, indicando por ejemplo si sólo representa un porcentaje de madera controlada, y deben incluir un código de trazabilidad, de forma que resulta sencillo comprobar su validez.

La certificación de los aspectos ambientales del producto final se hace mediante las ecoetiquetas. En Cataluña están los sistemas de ecoetiquetado «Distintiu de Garantia de Qualitat Ambiental» y «Etiqueta Ecológica de la Unión Europea». Tan sólo el «Distintiu de Garantia de Qualitat Ambiental» tiene una categoría de producto sobre productos de madera. Aparte de contemplar criterios que quedan recogidos en las certificaciones mencionadas anteriormente, como el cumplimiento de la legislación ambiental o la gestión de los bosques, también recoge criterios como la aptitud para el uso del producto final o el tipo de envase del producto.

Finalmente la última certificación que podemos comprobar es la certificación de la gestión ambiental de la empresa. Aquí no se evalúa el producto en sí, sino la organización o empresa. Las herramientas de gestión ambiental más conocidas son el reglamento EMAS y la norma ISO 14001. Son sistemas que valoran aspectos como el impacto ambiental de la organización, la difusión de la información ambiental y la mejora permanente en materia de medio ambiente.

Fuente: Construcción Sostenible

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