Los Planes de Estudio

Las ideas desarrolladas a continuación, surgieron a raíz de un aviso pegado en las carteleras de la Universidad Nacional; en este se invitaba a los estudiantes de Ingeniería Forestal a una reunión para analizar temas atinentes a la carrera.
El aviso era del 14 de junio y estaba encabezado por el siguiente título:
Ingeniería FORESTAL? o Ingeniería de la CONSERVACIÓN?

Los planes.

El mundo humano actual es planificado, desde el nivel planetario hasta el nivel de las familias, no todas, pasando por naciones, regiones, ciudades, empresas públicas, actividades productivas, empresas privadas, universidades, departamentos, carreras profesionales, etc.
No siempre los planes se elaboran para cumplirse irremediablemente; existe la que se denomina planeación indicativa. Esta se concentra en señalar las tendencias generales, el movimiento general que se debe seguir con el propósito de alcanzar, así solo sea parcialmente, el fin o los fines del plan y especialmente permite anticipar dificultades, situaciones complejas, antes de caer en ellas.

Un plan de estudios es un plan mandatorio y por tanto de obligatorio
cumplimiento, aunque comprenda componentes flexibles, opcionales,
electivos, etc.

El nivel más inmediato de la planificación es el proyecto. A diario
elaboramos, ejecutamos y laboramos en el contexto de proyectos. Un
proyecto constituye la senda, el paso a paso, de las acciones previstas
(planeadas) para alcanzar un fin. Sin definir un fin o un objetivo que se debe alcanzar ejecutando el proyecto, no tiene sentido proceder a elaborarlo y es difícil hacerlo. En estos casos la elaboración de los proyectos se fundamenta en las experiencias de los formuladores, y en gustos, percepciones, aficiones, etc. Un proyecto así, de seguro arrastrará en forma implícita uno o varios objetivos. Al final el
documento será defectuoso e incoherente y mucho más lo será la ejecución.

También los planes de estudio van en pos de alcanzar un objetivo; el objetivo del plan es esencial y define la naturaleza de este.
Planes de estudio y Universidad Nacional.

Los planes de estudio los formulan los profesores con alguna intervención variable de estudiantes y egresados. Finalmente es el Consejo Superior Universitario, la autoridad superior de la Universidad, quien lo aprueba. En el Departamento de Ciencias Forestales, por lo menos hasta los principios de la década de los años 90, los Claustros de Profesores asumían la formulación de los planes y se consultaba a los órganos de representación de los estudiantes
y egresados.

Esto es comprensible, la Universidad es universal. Por especialista que sea un académico, está expuesto permanentemente a las múltiples disciplinas del saber humano. La universidad es una de las formas que adopta la realidad, el mundo objetivo. El mundo del trabajo profesional también es objetivo y real, pero allí la realidad es fragmentada, por ejemplo, un administrador de una inmunizadora termina por especializarse y poco o nada conocerá de reservas de biósfera o de hidrología forestal o de sistemas de información geográfica.

El claustro de profesores definió un “objeto de trabajo” de la ingeniería
forestal en la segunda mitad de 1976; este se debía constituir y se constituyó
en el fin buscado con la reforma del plan de estudios que por entonces se
discutía y analizaba, y la cual fue finalmente aprobada a comienzos de la
década de los años 80. Este plan de estudios, con reformas menores, estuvo
vigente al menos durante 20 años. El objeto de trabajo.
En 1976 el objeto u objetivo, aprobado para la ingeniería forestal que se
diseñaría a partir del plan de estudios que estaba en proceso de formulación,
fue establecido así: “La ingeniería forestal se ocupa de los ecosistemas de
vegetación natural e implantada, con el fin de entenderlos, estudiarlos e
investigarlos para su protección, conservación, recuperación, reproducción,
implantación, disfrute y aprovechamiento, en los múltiples servicios y en los
bienes que de ellos se derivan y obtienen, colocándolos al servicio y bienestar
de las comunidades humanas”.
Este objeto de trabajo, así enunciado, puede tener modificaciones respecto
al originalmente aprobado por el Claustro de Profesores en sesión que se
llevó a cabo en Piedras Blancas a mediados de 1976. Se cita de memoria
pues el documento original está perdido; hay que tener en cuenta que para
entonces los medios de reproducción masiva eran precarios. Posteriormente
el documento fue “fusilado” sin citar la fuente y con variaciones, y de este
aparecieron más adelante varias citas en diversos escritos.
Los campos, o áreas de estudio y trabajo.
En el documento original aprobado, el objeto de trabajo fue desagregado en
los campos de estudio y trabajo que de él se desgajan, así:
– No cuesta mucho esfuerzo deducir que allí aparecen en estado seminal la
silvicultura de bosques naturales y la de plantaciones, como dos de las
áreas de la ingeniería forestal.
-También es obvio que, aparte de estudiarlas, otro campo es la investigación
en estas. Allí se explicitan el estudio y la investigación de los ecosistemas
forestales como áreas de trabajo de la ingeniería forestal. En los planes de
estudio algunas asignaturas procuran desarrollar el interés y las primeras
experiencias por la investigación. Y en efecto, un sinnúmero de colegas
trabajan en el estudio y la enseñanza, y en las investigaciones forestales.
– La protección de los bosques naturales es hoy por hoy más social,
económica y jurídica que un campo técnico-forestal, pero no por ello debe
dejarse de estudiar e investigar. No así la conservación que en las últimas
décadas ha dado surgimiento a un campo profesional nuevo que se comparte
con los biólogos, la conocida como Biología de la Conservación.
-La restauración y la recuperación de ecosistemas también está tomando
fuerza hoy en día. Allí se dan la mano áreas como la ecología forestal, la
silvicultura de los bosques naturales y la silvicultura de plantaciones cuando
se entra a enriquecer rastrojos y montes mediante la introducción de
especies desaparecidas de las manchas de vegetación natural o en el diseño
de arreglos de restauración.
– En fin, para no ser demasiado prolijos basta señalar que en el objeto
enunciado se encuentran ínsitos campos tan importantes hoy en día como la
ordenación de tierras, la ordenación de cuencas, la vida silvestre, los
diferentes tipos de reservas y parques naturales, la recuperación de tierras
degradadas, el repoblamiento y las plantaciones; y múltiples productos
derivados de la vegetación natural forestal, por recolección o cosecha o por
síntesis química o por procesos mecánicos, como son los tradicionales y los
más modernos productos de las industrias de las maderas.
Una manera de probar sí el objeto enunciado acota las áreas de trabajo de la
ingeniería forestal, consiste en analizar su pertinencia cuando se consideran
campos que han emergido de 1976 al presente, como por ejemplo los
bosques en la función de asimiladores y reservorios de carbono, o bosques,
vegetación forestal y ciudades. Aunque el ejercicio se deja para que lo realice
quien lea estas páginas, no es difícil anticipar resultados.
Las asignaturas.
El paso, del objeto y de las áreas o campos, a las asignaturas que conforman
el plan de estudios de la ingeniería forestal, es complejo. Detenerse en el
análisis un poco, puede ayudar. Un pensum o plan de estudios es un todo
estructurado, no es una lista informe de asignaturas. En un todo estructurado
o estructura, los elementos que la componen interactúan entre sí, son causa
y efecto de los demás y cumplen papeles diferenciados.

En el pensum de la ingeniería forestal, se distinguen elementos invariantes,
elementos que suministran la fundamentación de estos, elementos que se
derivan de estos y elementos que los complementan.

El eje estructurante, que le confiere la naturaleza, la fisonomía, a la ingeniería
forestal, es la sucesión de asignaturas que empiezan por la biología y la
botánica, siguen con la ecología y la ecología forestal y continúan con las
silviculturas de bosques naturales y de plantaciones. Las silviculturas son
elementos invariantes en los países del trópico húmedo, y las tres primeras
asignaturas mencionadas son elementos de fundamentación, como también
lo son la geología, los suelos, la climatología, la dendrología, la hidrología,
etc.

Se derivan de todos los anteriores, los elementos que entran en el uso o la
utilización de los ecosistemas forestales y de vegetación natural para la
obtención de bienes y servicios, tales como reservas y parques, cuencas
hidrográficas, la ciencia y las disciplinas de la captura y el almacenamiento de
carbono, la recuperación de áreas degradadas, las plantaciones, la
restauración de ecosistemas, la ciencia y las disciplinas de la conservación, la
silvicultura urbana, los productos de las industrias químicas y mecánicas de
las maderas, etc.

La climatología, la hidrología forestal, la geomorfología, la física de los suelos,
el uso de la tierra, y por supuesto las silviculturas suministran las bases para
la ordenación y el manejo de cuencas hidrográficas.

El área de la explotación o el aprovechamiento de los bosques y las
correspondientes asignaturas, así como las químicas, las físicas, la anatomía
de las maderas, etc., anteceden y/o fundamentan el campo de los productos
de la madera.

Del horizonte mental de nuestros forestales desapareció la noción, el
concepto muy amplio por demás, de “Utilización de los bosques”, el cual
llegó a alcanzar el estatus de asignatura. En una de las varias reformas ligeras
al plan de estudios, penetradas por la sujetividad de los formuladores, fue
reemplazado por la noción, más estrecha y especializada, de “Aprovechamiento
forestal”. En los tiempos actuales, cuando los usos de los bosques se están
ampliando, valdría la pena reintroducir el concepto o la noción y hacerlo parte
por lo menos de una asignatura.

El campo de las asignaturas matemáticas y estadísticas conforman elementos
de fundamentación, y sí se quiere, de fundamentación de la fundamentación.
Por ejemplo, la estadística general, es la base del muestreo, del diseño
experimental, del análisis de regresión, etc., y estos a su vez fundamentan
los inventarios, los análisis de varianza, los análisis de series de
tiempo, etc. Finalmente todos convergen en la dasometría y las silviculturas.
Los elementos complementarios de un pensum amplían el horizonte de comprensión
de la ingeniería forestal, así por ejemplo, política y legislación
forestales entran al ámbito del objeto de estudios por sus efectos en la
configuración, en la intervención y el manejo de este, pero ni se deriva de él
ni lo fundamenta, al menos en lo científico-técnico.

Un forestal que opere en ciertas partes de la selva amazónica, posiblemente
requiere conocimientos de antropología para una mejor interacción y
comprensión del mundo de las comunidades que la habitan. Esta sería un
elemento complementario e imprescindible en una hipotética Facultad de
Estudios Forestales situada en alguna población de la Amazonía.

La planificación de un pensum.

Con un pensum se busca entrenar personas para que sirvan a la sociedad en
sus demandas, así subyazcan otros propósitos loables, por ejemplo, darle
forma a los sueños de la muchachada que gusta de la vida en contacto con
las áreas silvestres y sus elementos: sus bosques, su fauna, sus ríos,
quebradas y aguas, sus paisajes, etc., o de sus padres: hacer de sus hijos
profesionales útiles y que se autocosteen.

La forma de organización política y socio-económica de las sociedades
actuales, desgraciadamente, opera en base a mercados, y en la planificación
de los pensum es necesario tener presente no solo la oferta sino la demanda
de profesionales.

El desarrollo de un pensum puede tomar varios años, desde el primer
movimiento para su reforma hasta que entra a regir, y una vez entra a regir
entran a operar rigideces que limitan su modificación. Quince años es un
estimado moderadamente optimista para el ciclo de existencia pleno de un
pensum. Nótese en consecuencia, el tiempo que toma la modificación del
lado de la oferta.

La demanda se mueve a mayor velocidad y se está moviendo a mucha mayor
velocidad hoy en día, no así en 1954 cuando egresó el primer grupo de
ingenieros forestales. La demanda fue casi invariante en el tipo de
conocimientos requeridos, por algo así como 20 años. Nuestro muy brillante
colega Rodrigo Córdoba G., aún estaba vigente para 1974; en adelante
seguro lo estuvo gracias no tanto a sus conocimientos profesionales, como a
su enorme capacidad como administrador.

El desfase de los tiempos de oferta y demanda obliga a desplegar toda la
capacidad prospectiva posible con el fin de anticipar los cambios cuando se
entra a reformular un plan de estudios, aunque claro está, la introducción de
áreas flexibles, optativas, etc., en los pensum, alivia en algo las dificultades,
solo que tienen el inconveniente de empezar a especializar sin que la criatura
aún tenga información y criterio para hacerlo.

Un buen pensum resulta de formuladores que, además de abiertos, tengan mente
avizora y capacidad prospectiva para leer en la ciencia y las técnicas
forestales mundiales y nacionales, en la economía, en la sociedad y la política,
qué se está y que se estará demandando de los ecosistemas forestales y de
vegetación natural; demandas de bienes y servicios transables y no transables.
Pero también, que amenazas se ciernen sobre esos ecosistemas y de cómo
contrarrestarlas para garantizar su permanencia y expansión.

Además de espíritu avizor se requiere objetividad y capacidad para
desprenderse de los campos que más entusiasman y atraen a los
formuladores o para los cuales están capacitados y en los cuales se han
movido con holgura. Y esto sí que es un problema grave, el cambio de un
pensum puede traer profundas transformaciones que obligaran a los
docentes a hacer esfuerzos de preparación con los que no contaban.

Esto se presentó dramáticamente en la reforma aprobada en 1982: hubo que
alentar cambios entre la planta docente para enfrentar la reforma. Y ya
sabemos del conservadurismo del colombiano medio, y por supuesto, de
profesores y estudiantes.

Bosques naturales y plantaciones.

Como ya se mencionó, el eje que estructura la carrera, su espina dorsal,
culmina en dos silviculturas, la de bosques naturales y la de bosques
implantados o mejor, silvicultura de plantaciones. No hay ingeniería forestal
sin al menos una de ellas.

La silvicultura de los bosques naturales se retrasó en su desarrollo en
comparación con la de plantaciones y, en el caso de los países de habla
castellana de América, la de plantaciones emergió como la única silvicultura,
pues por razones diversas, las carreras de ingeniería forestal se
desprendieron de la carrera de Agronomía cuyo eje temático son los cultivos.
En sus orígenes centro-europeos, nuestra carrera se desprendió durante el
siglo XVIII de un tronco común a la ingeniería militar, la ingeniería civil
y la ingeniería forestal. Y la gestión técnica de los bosques no era solo un
problema de implantación masiva o reforestación, sino también de manejo
de rebrotes, de creación de condiciones para y de manejo del repoblamiento,
y de selección o entresacas; y adicionalmente no solo se ocupaba de la
producción de maderas, sino de las que entonces se denominaban producciones
secundarias y más adelante externalidades; hoy en día bautizadas
presuntuosamente como “servicios ecosistémicos”. En la actualidad todo es
presuntuoso y ligero, al agua la reemplazó “el recurso hídrico”, pero eso sí,
cuando apura la sed nadie pide un vaso de recurso hídrico.

La asignación de funciones nuevas a los bosques naturales, fruto del avance
de la civilización y de las preocupaciones ambientales; y las que son
previsibles a futuro, por ejemplo como reservorios de genes con potencial de
utilización en múltiples propósitos, aunada a la lenta caída de paradigmas del
mundo forestal que mantenían la silvicultura de bosques naturales estancada
en los desarrollos de la primera mitad del siglo XX, como era el caso de la
ordenación forestal clásica que se pretendió llevar a los bosques del trópico
húmedo, están abriendo caminos promisorios a la intervención sostenible de
los bosques naturales y a su gestión técnica. Respecto a esto es útil consultar
“Actualidad Forestal Tropical”, el boletín de la OIMT en el cual se exponen
experiencias de utilización, sino sustentable por lo menos persistente por
comunidades campesinas o bajo arreglos Estado/Comunidades o
Empresas/Comunidades.

Justo es señalar que no todas las dificultades relacionadas con la
incorporación de las masas forestales naturales al acervo del capital social,
operante en las economías y en las sociedades de los países del trópico
húmedo, provienen del mundo forestal, es más, diríamos que son las menos
trascendentales.

La disponibilidad inmediata de maderas de calidad, mediante tecnologías
simples al alcance de gentes del mundo rural sin mayor preparación, y la casi
imposibilidad de controlar el acceso a los bosques de las tierras forestales
públicas, fueron y en alguna medida continúan siendo una barrera difícil de
franquear por la competencia hipotética de la gran empresa capitalista.

Empresas que de no tener una competencia así, competencia que además
dimana de la necesidad de sobrevivir, podrían asumir no solo la explotación
inteligente y ahorradora de las maderas de los bosques del trópico húmedo,
sino también las inversiones que demanda la investigación y la organización
de las tierras forestales para hacer de la producción de maderas de los
bosques naturales, una producción sustentable.

A esta situación de orden estructural agréguese la dificultad que plantean
ciertas manifestaciones de la franja lunática del ambientalismo, para quienes
talar un árbol es más detestable aún que la pederastia, e interponen todas
las acciones del caso a la par que ignoran o nada hacen para detener la
potrerización de los suelos del trópico.

En aras a viabilizar la silvicultura de los bosques naturales mucho se
conseguiría sí se cambia el régimen jurídico que rige la extracción de maderas
de estos bosques desde algo así como 60 o 70 años atrás. Régimen
anacrónico que sustenta un sistema de relaciones sociales así mismo
anacrónico, que recuerda al mundo que creíamos ido, de la novela de José
Eustasio Rivera, “La Vorágine”.

El cambio debe hacerse con el fin de trasladar el control de las maderas
extraídas y el pago de la tasa de explotación al proveedor final, exonerando
de estas obligaciones al cortero que se adentra a los bosques en la búsqueda
de las maderas que demanda el intermediario.

Es un cambio análogo al que insistentemente propuso y reclamó Colombia a
los Estados Unidos en los tiempos más difíciles de la lucha contra el
narcotráfico: antes que controlar la oferta en Colombia debía controlarse la
demanda en el territorio norteamericano. La demanda de coca está al
comando del proceso que culmina en las áreas de producción, alentando una
oferta sin autonomía decisoria.

No son los corteros quienes le dan vida y animan el proceso, son los
proveedores finales de la cadena de intermediación quienes lo dirigen y en
últimas quienes lo financian. No es razonable tratar de controlar 80.000 o
100.000 corteros dispersos por regiones selváticas carentes de vías y
sistemas de comunicación, ocasionalmente respaldados por irregulares
armados; lo sensato sería controlar 10.000 depósitos y/o aserríos en las
cinco mayores ciudades, y donde se dispone de estos servicios y se cuenta
con ejército y policía y en donde están ubicadas las organizaciones
gubernamentales que tienen competencia en estas materias.

Un buen diseño de tarifas y un control parcial, periódico y aleatorio en los
aserríos, tendría efectos difusores hacia los corteros y las áreas de bosques.
Las tarifas, diferenciadas según especies, alentarían o desanimarían la
extracción de una u otra especie. Adicionalmente se quedaría sin piso la
cadena de corrupción que se inicia en los retenes policiales de las vías
nacionales. El desarrollo de la silvicultura de bosques naturales no es pues
asunto que concierne exclusivamente al mundo de la ingeniería forestal, aquí
solo se expuso uno de los determinantes de su atraso, el cual escapa a lo
exclusivamente forestal.

Por su geografía y por su ubicación en el Planeta, Colombia tiene mucho
potencial en plantaciones forestales. Existen escollos de diversa naturaleza
que limitan el avance de la silvicultura de plantaciones, quizás los mayores
escollos se relacionan con la fragmentación de la propiedad de la tierra y los
altos precios de esta. Los altos precios derivan de las disposiciones tributarias
y de la estructura del sistema financiero; ambos factores hacen de la tierra un
activo atractivo para la inversión pasiva, pues escapa al control de la
autoridad tributaria y está blindado contra la inflación. Esta situación hace
de la tierra en Colombia un reservorio de valor antes que un factor de
producción.

También existen otros escollos institucionales, particularmente la creación de
instituciones propias del mundo forestal, pues como en el caso del
surgimiento de las carreras forestales a partir de la Agronomía, el incipiente
mundo de los cultivos forestales se ha querido desarrollar desde los
Ministerios de Agricultura. Esto ha traído consecuencias que han atrasado el
despegue de las plantaciones forestales al tener que compartir con campos
con los cuales no se relaciona o se relaciona muy poco, pues los Ministerios
se crearon para atender el problema social agrario y el desarrollo de la
producción agrícola y pecuaria. Las plantaciones forestales no son un cultivo
como Pablo Escobar no es la cédula de ciudadanía ni la Publicidad son carteles
o volantes. Desarrollar plantaciones es construir y acumular capital como lo es
abrir un CDT a varios años. Al final del ciclo productivo, a la madurez de la
inversión, el valor de las labores de cultivo es muy bajo en comparación con
el valor de la inversión retenida.

El desarrollo de plantaciones forestales es más un asunto del mercado de
capitales y financiero que un asunto de política agrícola. Pero, a lejos que
está la forestalamenta de recomponer su manera de ver las cosas!!! Sesenta
años de estar inmersos en la institucionalidad agrícola reprimen la revolución
mental necesaria. Recuerden la frase de los estudiantes levantados en Mayo
del 68 en Francia: “Desabrochaos los cerebros tan a menudo como lo hacéis
con las braguetas”.

Ingeniería Forestal sí.

Como atrás se mencionó, la ingeniería forestal es una profesión de más de
dos siglos de existencia y hay razones para sostener que vivirá muchas
décadas más y para que sea así, no tiene que desdibujarse ni en el
ambientalismo ni en los cultivos forestales.

La aparición de nuevos programas que se reclaman del ambiente y/o de la
ciencia de la Ecología, llevan por dentro el germen de su propia desaparición
o de profundas reformulaciones si quieren sobrevivir como campos
profesionales. El ambiente abarca tantos saberes diferenciados y tantas
disciplinas necesariamente distintas, que sí se pretende abarcarlos todos se
nace con problemas congénitos que a la postre se manifestarán en la calidad
de sus profesionales, a pesar de los postgrados, nacionales o no, que en
muchas circunstancias son lavanderías de títulos de pregrado o la vía para
cambiar de profesión.

Hoy por hoy esos programas, sus egresados, son una novedad (y hasta una
novelería como diría Suso el Paspi) y encuentran ocupación pues nuestros
gerentes y jefes de organizaciones ignoran todo lo del ambiente y se rigen
como la política bogotana y nacional del más alto nivel: por el nombre.

Difícilmente Pedro Pataquiva o Jhon Edwin Bedoya serán alguna vez
Presidentes, así Lincoln Palomeque sea novio de Carolina Cruz, qué envidia!
Debe persistirse en trabajar ambas líneas de la silvicultura en el pregrado
teniendo muy presentes los usos actuales y las funciones, recientes y futuras,
de los ecosistemas forestales, y como es necesario desarrollarlos,
implantarlos e intervenirlos para que desempeñen del mejor modo esas
funciones.

La silvicultura de bosques naturales debe ampliarse en las líneas de enfoque
y trabajo, y tomarla como un campo de trabajo para los pobladores rurales
antes que para la gran empresa capitalista, amén de las funciones que la
revolución ambiental mundial, la de las gentes y sociedades, no la inexistente
de los estados nacionales, le está asignando a los bosques naturales.
La silvicultura de plantaciones, dado el desarrollo que el repoblamiento en
suelos denudados está tomando en Colombia, debe mantenerse como un
corpus de conocimientos básicos dentro del pregrado, y su mayor desarrollo
y profundización debe dejarse para los niveles de postgrado.

Norberto Vélez E.
Finca Altamira, vereda Capiro, Mpio. de Rionegro.
10/10/2013

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