Esta afirmación no es gratuita. Este material de construcción, además de contar con una clara belleza, confort y habitabilidad, es renovable, sustentable, aislante térmico y acústico, consume menos energía y ahorra en calefacción. Aunque contamos con un sector primario fuerte y respetado a nivel mundial, nuestro país no tiene una industrialización acorde y la construcción en madera no es fuerte. A continuación los
porqués.
Si uno mira a Canadá, donde la temperatura puede bajar en invierno hasta -25 °C, o Finlandia, en donde la amplitud térmica puede alcanzar más de 80 grados en un año, se puede entender el desarrollo que han tenido en materia de construcción en madera. En este tipo de climas este material cobra mayor relevancia dado su confort y el grado de aislación que logra, es donde mejor se desenvuelve. Es claro que no podemos pretender los mismos estándares de la economía finlandesa, en los que, por ejemplo, se ha basado históricamente este tipo de industrias de procesamiento forestal. Según datos proporcionados por su embajada en Chile, el 70% de su superficie está cubierta de bosques, de las cuales hoy 26,3 millones de esas hectáreas son explotadas. Mucho de su cultura e idiosincrasia están basadas en su conexión con los bosques y la naturaleza.
En Chile, según la Corporación Chilena de Madera (Corma), los bosques cubren una superficie de 15,6 millones de hectáreas, lo que representa el 20,7% de la superficie del territorio nacional, y las plantaciones forestales, principalmente de Pinus radiata, abarcan el 2,8% del total.
Gran parte está en el sur de nuestro país, donde los climas son más extremos y es en esas zonas que contamos con una construcción tradicionalmente asociada a la madera. Los palafitos y tejuelas de Chiloé son un ejemplo.
No pasa lo mismo más al norte, donde el uso de hormigón se ha visto incentivado por normas como las antisísmicas y la creencia popular de que es un material ligero. “De las 120 mil casas que se construyen por año, 40 mil son edificios, solo un 17% está construido en este material.
Hace 10 años era la mitad”, dice Francisco Lozano, presidente del Centro de Transferencia Tecnológica de la Madera (CTT)-Corma.
Industria primaria vs. secundaria
No podemos negar que la industria forestal presenta una clara madurez en la actividad exportadora. Se ha ocupado de contar con las certificaciones internacionales y ser rentable, sustentable y amigable con el medioambiente.
Esto le ha permitido entrar fuertemente en mercados altamente competitivos y tener un amplio reconocimiento en el ámbito internacional, reforzando así su posicionamiento como país líder en el manejo forestal sustentable. Según ProChile, el 2010, 118 mercados en todo el mundo recibieron más de 360 productos de la industria forestal chilena y en diversos grados de elaboración, participando en esta actividad más de 900 empresas exportadoras. Los principales mercados son EE.UU., Japón, México, Perú y China. Sin embargo, como explica Lozano, lo que falta en nuestro país es desarrollar la industria forestal secundaria, empresas especializadas en brindar soluciones y materiales complementarios. En definitiva, mayor emprendimiento y especialización. “¿Por qué en Nueva Zelandia, un país con una población de un poco más de 4 millones de personas, hay más de 120 fábricas que hacen cerchas para viviendas? ¿Y por qué Chile cuenta con cuatro o cinco? Creo que falta levantar una oferta más sofisticada de soluciones para el rubro”, explica. “La oferta de casas de madera es baja y si les preguntas a las empresas constructoras señalan que no hay industrialización”, explica. Sin duda, una de las tareas de Chile es desarrollar una industria secundaria forestal.
Econciencia
Francisco Lozano recalca que en Australia el 80% de las viviendas son de pino radiata. En este caso no son los bosques o el clima lo que marca este índice y la decisión de compra, sino que la fuerte conciencia social acerca de temas medioambientales. Ni siquiera cuestionan la posibilidad de hacerlo en otro material que no sea madera. “El impacto ambiental generado por la producción de madera es el más bajo comparado con otros materiales”, enfatiza. Un m³ de madera captura 2 toneladas de CO2 en comparación a un m³ de hormigón, que libera 30 toneladas de CO2. Asimismo, explica que las plantaciones de pino cuando crecen capturan CO2 de la atmósfera y liberan oxígeno; por otro lado, el CO2 queda atrapado en la madera, con lo que pasa a ser carbono neutral, contribuyendo a reducir el cambio climático. Y ni siquiera estamos mencionando el tema energético, donde es seis veces más eficiente que un tabique de ladrillo, quince veces más que el hormigón o la piedra y 400 veces más que el acero. Normas y más normas Otro problema que el CTT ha visto y en el que está trabajando es que no había muchas normas y que eran antiguas o pensadas para otro tipo de madera. Por esa razón, explica Lozano, crearon algunas para la madera de construcción y apariencia, en donde se actualizaron 11 normas en temáticas como dimensiones, perfiles, clasificación visual para madera estructural, cálculo estructural, impregnación, medición de humedad, clasificación por aspecto y puertas. “Lo más importante que logramos es que cuando se certifica una construcción que utiliza este material, esta cumple ciertas normativas”, dice.
A corto plazo les queda por terminar y renovar algunas relacionadas con los productos y la revisión de la norma sísmica para permitir la edificación en altura en madera, que es el tema central del concurso de arquitectura de este año (www.cttmadera.cl/concurso).
Este último es un ejemplo concreto: restringe su uso porque incorpora factores que son propios de materiales más rígidos, como el hormigón. La construcción en madera es claramente antisísmica. Prueba de ello son las múltiples estructuras que resistieron sin daños el último terremoto