Relación con las comunidades, el nuevo reto forestal

Se vienen cambios en el sector forestal…

No tienen que ver con la reforma tributaria ni con nuevas disposiciones que vengan del Estado.

Es el consumidor sustentable o informado, el mismo que demanda frutas y hortalizas más “verdes”, el motor de los cambios producidos en la actividad forestal. Ahora quiere que la materia prima para elaborar papeles, cartones o muebles esté certificada no solo por sus buenas prácticas ambientales.

Si hace más de una década la preocupación fue que las plantaciones no sustituyeran bosque nativo, hoy, por ejemplo, las forestales que siguen los estándares de PEFC -Programa de Reconocimiento de Sistemas de Certificación Forestal, a través de la certificadora chilena Certfor-, ya no solo no pueden sustituir bosque nativo ni afectar las quebradas, sino que tampoco pueden usar árboles genéticamente modificados. Más aun, deben velar por que las actividades sean hechas de tal forma que no generen erosión ni otros problemas ambientales. En eso ya se alcanzó un alto nivel y ahora que las buenas prácticas en general se respetan, el país requiere pasar a otra etapa y atacar uno de los factores que intervienen directo en la sustentabilidad… El tema social.

Es lo que anticipan que pasará en Certfor, que acaba de iniciar un proceso de actualización de sus estándares como obligación para seguir siendo reconocida por PEFC.

Ahora la relación con las comunidades en las que se inserta la industria forestal será el gran tema. Esto abre enormes desafíos para las empresas, pero también oportunidades para las comunidades, incluidas las etnias, que podrán hacer valer su opinión para construir las nuevas normas.

A esos cambios se añaden nuevos lineamientos europeos, que están por comenzar a ser exigidos, que plantean otros retos para la industria, por el lado de la trazabilidad de la madera.

Una relación permanente

La certificación de manejo sustentable permite a las forestales exhibir en sus productos un timbre que garantizaque las operaciones que se realizan en la actividad productiva cumplen con los requerimientos de un manejo adecuado del recurso. Esos parámetros son los que cambiarán en los próximos meses con la actualización que está comenzando.

“Con el paso del tiempo, las demandas sociales y las demandas ambientales -o lo que la sociedad entiende por sustentabilidad- van cambiando, y en particular en países como Chile que va alcanzando nuevos niveles de desarrollo. Por eso, en nuestro caso, cada cinco años -como requerimiento de PEFC- debemos revisar los estándares nacionales para que estén en sintonía con los cambios en las demandas de la sociedad”, señala André Laroze, secretario ejecutivo de Certfor/PEFC.

Para eso están invitando a la más amplia representación de la sociedad civil; a gente del mundo académico, productivo, social, ambiental y público. Un comité técnico trabaja en una propuesta que se llevará a consulta pública. Una vez que se desarrolle el nuevo estándar renovado, será el nuevo piso para las empresas.

La novedad será ampliar la mirada, con la participación de comunidades a las que se invitará a participar, lo mismo que grupos ambientalistas y todos los sectores interesados. Para eso rediseñaron la página web -www.certfor.org- que recibirá los comentarios, sin perjuicio del trabajo en terreno con las comunidades que no tienen acceso a estas tecnologías.

Será esta la segunda actualización que realiza Certfor, que es el Sistema Chileno de Certificación de Manejo Forestal Sustentable. Fue creado en 2002 por el Instituto Forestal y la Fundación Chile, con financiamiento de Corfo. Dos años después Certfor logró ser reconocido por PEFC como sistema de un país no europeo. Cuenta con 1,9 millones de hectáreas de superficie forestal certificada, de las cuales 1,3 millones corresponden a plantaciones y 600 mil a áreas de conservación. Aproximadamente se trata del 60% del total de las plantaciones forestales chilenas y del 70% del volumen producido.

¿Qué podría salir de los nuevos estándares?

El nuevo desafío es generar mejores niveles de relación de la empresa con su entorno y el énfasis estará en la relación con las comunidades locales. Será entrar más profundamente que lo que existe ahora, por ejemplo, con las áreas de alto valor de conservación, que son acuerdos con las comunidades en que la empresa se compromete a respetar los hábitats que son considerados fundamentales tanto en lo técnico, como en lo religioso o arqueológico.

“Se podría poner un poco más de énfasis, por ejemplo, en la comunicación. Porque uno podría poner muchas cosas en el papel, pero si no está la comunicación efectiva entre las partes, puede que después nos encontremos con algún problema precisamente por falta de comunicación. Se trata de que las empresas forestales, por su presencia en el territorio, tienen una serie de elementos en su actividad, pero además en Chile son de unos tamaños y capacidad de gestión que perfectamente pueden relacionarse con las comunidades, no solamente para no hacer algo malo, sino que justamente lo que esperamos como beneficio es que se determinen qué cosas pueden hacer que sean positivas”, añade Laroze.

Un cambio podría venir por la incorporación de gente local en los trabajos propios de la forestal. Hay muchas actividades que se pueden integrar bien con la economía rural. Son complementarias al trabajo que realiza la gente en su propio predio, pero que tiene algunos meses, sobre todo en invierno, disponible. Es el caso de quienes tienen praderas con animales y algunos cultivos y en invierno disminuye el nivel de actividad. En ese período podrían ser integrados a diferentes faenas de contraestación, como plantaciones forestales, instalación de cercos, controles de malezas y podas, entre otras.

“La idea es evitar el asistencialismo. Esto es ir más allá de, por ejemplo, regalarles camisetas para el club deportivo local. Si la forestal lo quiere hacer, bienvenido, pero eso no califica como actividad permanente de apoyo y de desarrollo. El asistencialismo no califica para el desarrollo sustentable, se trata más bien de establecer una relación permanente”, puntualiza Rodrigo Vidal, secretario técnico de Certfor/PEFC.

Servicios y funciones en el bosque

La adaptación de los estándares a una mirada cada vez más social, ya superados los problemas de sustentabilidad ambiental, va a permitir entrar en temas que les interesan a las comunidades.

“Será la posibilidad de ver cómo enfrentamos los temas indígenas, considerando que la mayor parte de las explotaciones forestales están en esas áreas”, destaca Leonel Sierralta, experto en ecología forestal y medio ambiente.

Para Sierralta, el cambio vendría por pasar desde una preocupación por la biodiversidad a los servicios ecosistémicos que entrega el bosque.

“Es lo que provee para el conjunto de las especies, como movilización, agua, recreación, provisión de sombra. Son servicios que bajo una mirada moderna se pueden incorporar al estándar. Hoy lo relevante ya no es que determinada especie está en peligro, sino determinar qué rol cumple. Eso afecta más mi vida como integrante de una comunidad. Es mucho más importante que ese bicho exista porque controla el ratón de cola larga. Importa qué función cumple”, dice Sierralta.

“Al decir las empresas a las comunidades cuide este bicho porque cumple tal función les resulta mucho más evidente su acercamiento. La hace focalizar mucho más sus esfuerzos y la comunidad valora lo que está haciendo”, agrega.

La debida diligencia

La otra exigencia viene de la Unión Europea, ya que las empresas deben poner en práctica la Norma de Comercio de Productos Madereros que exige a los exportadores de productos forestales de todo el mundo lo que denomina el Sistema de Debida Diligencia (SDD), por el que las empresas deben informar la especie y predio de donde proviene la madera que se produce, y hacer un seguimiento exhaustivo a sus proveedores y procesos, que ya está en plena implementación en Chile. Quien no tenga esa certificación no podrá vender nada a Europa. El propósito es atacar la tala ilegal de árboles.

Hasta ahora en Certfor certificaban también la cadena de custodia, que informa al productor de papel en Europa, por ejemplo, que la celulosa que ocupa es producida con madera pulpable proveniente de bosque manejado. La cadena de custodia va desde el producto final hacia atrás en la cadena y revisa que efectivamente la materia prima usada en los distintos procesos viene de bosque manejado en forma sustentable.

La nueva disposición europea implica que todo el comercio de madera dentro de la UE debe tener la debida diligencia, lo que significa que quien provee de madera o de un producto intermedio para elaboración debe demostrar que efectivamente se recolectaron todos los antecedentes necesarios para garantizar que la madera viene de manejo sustentable.

“Al dar el sello estamos cumpliendo con la norma, pero ahora es más específica y nos hizo cambiar nuestros estándares de cadena de custodia. La debida diligencia es una forma más proactiva, podría decirse. Antes la trazabilidad era un tanto pasiva, se hacía seguimiento, pero podía haber algunos elementos en la cadena que rompían la trazabilidad; en cambio, ahora es mucho más exigente en los requerimientos para garantizar que cada agente que está en la cadena haga la debida diligencia respecto de lo que recoge”, señala André Laroze.

Lo que se espera de los principales mercados

“Estados Unidos y Europa en general son mercados que tienen un alto nivel de exigencias tanto ambientales como sociales; por lo tanto, la tendencia es que con el tiempo los requisitos en relación con el origen de las materias primas o de la madera van a ir in crescendo, producto de que cada vez los consumidores son cada vez más exigentes y compran en forma más informada. Producto de lo mismo van aumentando las exigencias a los productos o servicios que van a adquirir y eso se ve reflejado aguas abajo en relación con el origen del bosque”, señala Rodrigo Vidal.

“China hoy uno pensaría que es el menos preocupado de estas cosas. Pero como está exportando algunos productos, como muebles, si los quiere vender en Estados Unidos o Europa no puede estar comprando madera ilegal de otro país. Entonces, algunos fabricantes que se quieran diferenciar o ir a un mercado segmentando van a tener que empezar con estas certificaciones. Eso abre expectativas para Chile como mercado relevante para vender maderas certificadas”, agrega André Laroze.

Industria preparada

“La actividad forestal es muy observada por la sociedad en todo el mundo, pues se desarrolla en grandes territorios, trabaja con áreas sensibles para la conservación de la biodiversidad y el paisaje, y se desarrolla en cercanía y contacto con muchas comunidades rurales, étnicas y campesinas. La certificación de Manejo Forestal Sustentable cumple un rol clave en, por una parte, generar confianzas en los clientes de productos forestales, en los stakehoders y la población en general respecto de la sustentabilidad de las prácticas; y, por otra parte, establecen pautas de buenas prácticas y niveles de exigencia que orientan a las empresas y personas en el sentido de operar en el ámbito de la sustentabilidad y con una mirada de mejoramiento continuo.

“En el contexto mundial, Chile está en excelentes condiciones para acreditar niveles de desempeño de primer nivel. A esto han contribuido estándares como Certfor, convalidado con el estándar internacional con más superficie certificada del mundo, PEFC. La actualización que está en marcha busca recoger los requerimientos actuales de la sociedad sobre los bosques y su manejo, incorporando los cambios para continuar siendo un referente confiable de sustentabilidad forestal. Las principales empresas del sector vienen realizando hace varios años importantes cambios y mejoras en su manejo que las preparan para atender las nuevas demandas de la sociedad, por lo cual esta actualización será enfrentada con buena disposición, aunque demande esfuerzo adicional”, señala Fernando Raga Castellanos, presidente de la CorporaciónChilena de la Madera.

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