Mapeo participativo en Papúa, Indonesia, donde los científicos trabajaron con la población para identificar tipos de cobertura del suelo a partir de imágenes satelitales de sus tierras. Fotografía de Michael Padmanaba / CIFOR.
En diciembre pasado, en Lima, los expertos debatieron sobre cómo proteger los derechos de las comunidades locales en iniciativas globales de carbono forestal.
Mientras al otro lado del mundo, un nuevo estudio presenta lecciones de estas iniciativas en la experiencia de Indonesia, un país de gran cobertura forestal, y presenta una imagen más completa de las condiciones necesarias para que la población local ayude a implementar y se beneficie de los esfuerzos de REDD+, que podemos observar para los proyectos enel resto del mundo
La publicación de literatura sobre la participación de la población rural en proyectos REDD+ se ha centrado fundamentalmente en la intervención local para la medición y el reporte de las reservas de carbono almacenadas en los bosques, actividades conocidas como monitoreo, reporte y verificación participativos (MRVP), pero la mayoría se ha enfocado sólo en una parte del proceso de “MRV”, según hallazgos de expertos.
“Cuando hablamos de PMRV, la mayor parte de la investigación a la fecha se ha centrado demasiado en la medición”, explica Manuel Boissière, científico del Centro para la Investigación Forestal Internacional (CIFOR) y el Centro de Investigación Agrícola para el Desarrollo Internacional (CIRAD, por sus siglas en francés).
“Si nos fijamos en la literatura académica, solo se habla de costo/eficiencia: cómo lograr la participación de las comunidades locales en la medición de árboles y cuál es el costo de ello, y si está haciendo (o no) un buen trabajo en comparación con los científicos. Esta ha sido una limitación.
“En el proceso de MRV también hay reporte y verificación, y muy pocos estudios sobre MRVP abordan estas dos etapas”, indica Boissière.
TRES SITIOS, CUATRO CONDICIONES
Boissière y su equipo investigaron tres lugares en Indonesia (Java Central, Kalimantan Occidental y Papúa). Su estudio, Estimating carbon emissions for REDD+: the conditions for involving local people (Estimación de las emisiones de carbono para REDD +: condiciones para la participación de la población local), estableció cuatro condiciones fundamentales para involucrar a las comunidades en PMRV.
La primera es la importancia para la comunidad: en pocas palabras, si algo del proyecto no es considerado relevante para su vida cotidiana, la población local podría no estar dispuesta a comprometerse con un proyecto de este tipo. Según Boissière, en la experiencia de Indonesia, solo porque una comunidad rural viva cerca de un bosque, no significa que tenga fuertes vínculos con él o la intención de protegerlo.
Aun si una comunidad vive junto a un bosque que se desea monitorear, si la mayoría de los habitantes de la aldea trabajan en la ciudad, ya no tienen ninguna vinculación con dicho bosque, ni mayor conocimiento sobre él.
“Aun si una comunidad vive junto a un bosque que se desea monitorear, si la mayoría de los habitantes de la aldea trabajan en la ciudad”, dijo, “ya no tienen ninguna vinculación con dicho bosque, ni mayor conocimiento sobre él, y por lo tanto ningún interés en participar del proceso de MRV”.
Incluso cuando tienen un fuerte vínculo con el bosque, podrían no estar interesados en participar si perciben las actividades de monitoreo como una amenaza para sus medios de vida relacionados con los bosques. Encontrar un equilibrio entre el desarrollo comunitario y la protección de los bosques es difícil; por lo tanto, es esencial trabajar de manera conjunta con la comunidad.
La segunda condición tiene que ver con las habilidades: medir y reportar el carbono requiere de capacidades técnicas y alfabetización. Más allá de la educación formal, esto también incluye conocimientos ecológicos tradicionales que se aprenden siendo parte de una comunidad y la destreza de usar tecnología para la presentación de informes que sólo se obtiene a través de capacitación. Es importante además conocer si la población local entiende lo que se está midiendo; esta inquietud en particular presentó algunos retos para el equipo de investigación de Boissière.
La tercera condición tiene que ver con qué sistema de reporte se puede utilizar para recoger y enviar la información. Para esto, Boissière y su equipo proponen utilizar estructuras existentes.
“Sugerimos que en lugar de volver a inventar la rueda, nos fijemos en lo que ya existe”, dijo. “Y tratamos de comparar y aprender de los sistemas de reporte existentes en Indonesia para desarrollar un sistema de reporte participativo sólido”.
Hallaron un sistema de MRV útil y en uso en un campo diferente al de la forestería: el del cuidado de la salud. “En Indonesia existen puestos de salud a nivel de aldeas, con reuniones de los pobladores cada mes de manera casi voluntaria; hay muy poco dinero involucrado”, dijo Boissière. “Hay monitoreo de mujeres embarazadas y de bebés hasta la edad de 4 o 5 años. La información es enviada por los pobladores de las aldeas a los niveles superiores hasta llegar al nivel nacional. No es un sistema perfecto, pero funciona y lleva 30 años en operación”.
La cuarta condición según Boissière, es la más delicada: validación de la calidad: la capacidad de comprobar si la información recogida es correcta. “Tenemos que ver si los datos recolectados y reportados representan la realidad”, dijo.
El investigador de CIFOR Yuli Nugroho explica el proyecto de PMRV durante una reunión comunitaria en Java Central, Indonesia. Fotografía de Yudha Nugroho / CIFOR.
HAGAMOS UN MAPA
Una de las formas de hacerlo, a través de la teledetección, no basta por sí sola. “Pensamos que si se quiere que una comunidad se involucre con el proceso de MRV y se tiene un proceso de validación de un solo sentido que se ilustra como “nosotros en un nivel más alto viendo si ustedes han hecho bien su labor“; no se crea confianza”, dijo Boissière. “Para involucrar a la gente, hay que crear confianza. Debe ser un proceso de doble vía”.
No existe una sola receta, ni una sola solución.
Para ello, el equipo ha llevado a cabo lo que se denomina “mapeo participativo”, es decir, mapas de uso del suelo y de cobertura terrestre desarrollados de manera conjunta con las comunidades locales.
“Si se aplican mapas de teledetección y de mapeo participativo, se puede ver dónde hay inconsistencias”, dijo Boissière. “Se puede ver a dónde hay que enviar gente, para hacer una revisión sobre el terreno.
Combinar estos diferentes tipos de mapas puede ser eficiente en costos, ya que reduce el área que se necesita revisar o medir. Involucra más a las comunidades locales, ya que proporciona información no solo sobre la cobertura terrestre sino también sobre qué ocasionó los cambios observados en la cobertura forestal”.
Pero estas condiciones según Boissière dependen del sitio: “cada sitio tiene una situación diferente y hay diferentes maneras de involucrar a las comunidades locales. También es posible que en algunas áreas no pueda hacerse”, dijo. “Tal vez en algunas zonas se limite a un aspecto específico, por lo que una parte del trabajo tengan que hacerla expertos más técnicos. No existe una sola receta, ni una sola solución”.
“Por eso que tenemos que probar esto en diferentes contextos, diferentes situaciones y diferentes paisajes”, agrega el investigador.
HABLAR CON LA GENTE
Este estudio es uno de varios que el equipo de Boissière planea publicar acerca de su trabajo de campo. Otros cubrirán con más detalle temas como la tenencia de la tierra, las percepciones locales de los impulsores del cambio, el mapeo participativo para la teledetección y las experiencias institucionales de las comunidades locales.
Es importante recordar que el MRV no solo tiene que ver con la medición del carbono, señala Boissière. También ayuda a explicar sus cambios en relación con los diferentes usos del suelo. Es por esto que la creación de confianza en la práctica es tan importante.
“Hay mucha información sobre gases distintos del carbono que la comunidad puede proporcionar, que es necesaria y que los científicos no pueden obtenerpor sí solos. Un experto en teledetección puede ver lo que está cambiando, pero tendrá dificultades para decir si es debido a la tala, como consecuencia de personas que cosechan un determinado tipo de árbol, por la expansión agrícola, a causa de la minería de oro informal, o por alguna otra razón. Para obtener esa información, hay que ir al terreno y hablar con la gente”.
Fuente: CIFOR