Con la crisis subprime atrás y la recuperación del dinamismo del mercado chino, el sector forestal exhibe números positivos, con un aumento progresivo en el valor de las exportaciones y auspiciosas perspectivas de crecimiento. Sin embargo, también se enfrenta a nuevos desafíos, donde el aumento de los volúmenes de producción y el aumento de la productividad y la competitividad dejaron de ser los únicos objetivos.
“El gran negocio del sector forestal lo constituye la industria de la celulosa, la cual ha mantenido precios altos, lo que ha contribuido a sostener la generación de riqueza del sector. La recuperación de Estados Unidos abre un mejor escenario para la industria maderera, la cual paulatinamente se ha recuperado de la crisis del 2008. La coyuntura abre nuevas oportunidades para que el sector de la pequeña y mediana industria de la madera pueda volver a enfocar su mirada en el mercado internacional, clave para su desarrollo y de la actividad económica en la Provincia de Ñuble”, afirmó el economista de la Universidad San Sebastián, Renato Segura.
Hoy, el sector forestal tiene la necesidad de vincularse efectivamente con los territorios donde desarrolla sus faenas, mejorando las condiciones de vida de sus trabajadores y de sus vecinos, así como también, abordando el crecimiento de la industria desde una perspectiva sustentable, un concepto que engloba el equilibrio medioambiental, la generación de energía, la capacitación de los trabajadores, la agregación de valor a la producción, la investigación científica, la recuperación de suelos degradados y los encadenamientos productivos con pequeñas y medianas empresas.
No se trata de una estrategia de marketing como algunos críticos han querido plantearlo, sino de una necesidad del sector por asegurar su sustentabilidad en el largo plazo.
En la Provincia de Ñuble esos desafíos son tan urgentes como en las demás regiones forestales, a la luz del avance de las plantaciones en las zonas del secano así como también en suelos agrícolas, lo que desde la vereda del frente se considera un factor de empobrecimiento de la población rural.
Generación de energía
Las grandes empresas forestales han sido capaces de autoabastecerse de energía eléctrica mediante el uso de calderas de gas, diésel, carbón y biomasa, siendo este último combustible el que mayores atributos tiene desde la perspectiva de la sustentabilidad.
En Ñuble existen ejemplos, como las plantas de Arauco en Nueva Aldea y Cholguán, pero también se observa un interés creciente por este negocio en las medianas empresas, como es el caso de Forestal León, de Coelemu, que en 2013 puso en funcionamiento una central de biomasa de 7 MW, donde además de generar electricidad para los procesos productivos del aserradero, genera excedentes que inyecta al Sistema Interconectado Central y utiliza el vapor para el proceso de secado de la madera.
Según el gerente de Asuntos Corporativos y Comerciales de Arauco, Charles Kimber, el tiempo le dio la razón al conglomerado ante la determinación de ingresar al negocio de generación eléctrica. “La decisión de haber creado una filial que participe en el negocio eléctrico a través de ERNC, aportando con excedentes de energía al SIC, fue tomada hace unos 17 años, lo que confirma nuestra visión estratégica”, expresó el ejecutivo.
Por otro lado, la nueva apuesta del sector en materia energética es la generación de biocombustibles a partir de los desechos forestales. De hecho, la primera planta piloto en Chile para producir biocombustibles está próxima a ser inaugurada en Concepción. Soporte de esta iniciativa es el consorcio BioEnercel, en el que participan las universidades de Concepción, Católica de Valparaíso, Fundación Chile y las empresas forestales Arauco, Masisa y CMPC.
agregación de valor
La agregación de valor a la producción es una preocupación permanente de la industria, tanto grande como mediana, no solo porque esto mejora los retornos, sino porque reduce la vulnerabilidad frente a las fluctuaciones de precios de la materias primas.
La agregación de valor tiene consecuencias positivas también para la comunidad, puesto que exige personal más capacitado y va de la mano con la creación de “valor compartido” entre las grandes y las Pymes forestales.
El valor compartido es un concepto acuñado por el economista norteamericano Michael Porter, quien en la discusión sobre la importancia de la responsabilidad social empresarial, planteó en un famoso artículo en 2011 que el rol de las empresas es y será el generar valor para sus accionistas. En este contexto, cualquier relación sustentable con las comunidades debe ser basada en la creación de nuevo valor, donde los intereses de ambos actores converjan en generar una repartición equitativa de dicho valor añadido, elemento clave para la competitividad y el desarrollo económico de las naciones.
Esto significa, en la práctica, que las relaciones entre las grandes empresas forestales con las comunidades donde se emplazan no deben basarse solo en la filantropía, sino que en la generación de riqueza en conjunto, a través de la contratación de servicios o la compra de insumos y materia prima (rollizos y chips). Es lo que ocurre en cierta medida entre Arauco y los pequeños y medianos productores forestales, donde la relación no consiste solo en el acto de la compraventa, sino que en capacitaciones y certificaciones internacionales, en asesoría técnica y en transferencia tecnológica.
En ese sentido, la capacitación ocupa un sitial de relevancia entre los desafíos, tema en el que se observa un trabajo conjunto entre el sector privado y el público. Este aspecto es clave en la agregación de valor y se traduce en un aumento de la mano de obra calificada, y en consecuencia, de las remuneraciones.
De hecho, en la cadena productiva, las faenas extractivas se caracterizan por un uso intensivo de mano de obra con bajos sueldos, mientras que las etapas posteriores requieren de mayor calificación, pero menor número de trabajadores, con mejores salarios.
Sin ir más lejos, el año pasado se inauguró en Quirihue el Centro de capacitación y formación de trabajadores forestales, fruto de la cooperación entre Arauco, Sence, Corma y el Hogar de Cristo.
Según Jorge Serón, presidente de Corma Bío Bío, “el mercado proyecta un leve crecimiento en los próximos 5 años de un 4% en el ámbito bosques, y en el ámbito industrial se proyecta un crecimiento no superior a un 2%. Lo anterior, implicará necesariamente profesionalizar aún más las tareas y funciones de los cargos críticos de ambas áreas”.
Fuente: La Discusión