La realidad nacional en materia hídrica es desigual dada nuestra variada geografía, como también por los diferentes sectores productivos que la requieren, básicamente la minería –en el norte- y las áreas forestal y agrícola, en el sur.
Este recurso estratégico para estas industrias se encuentra en nuestro país en una situación de “estrés hídrico”, de acuerdo al diagnóstico realizado por el banco Mundial en 2011. Esto quiere decir justamente que la situación de escasez es más grave en algunas cuencas que en otras. Junto a ello, se espera que la demanda por el agua solo aumente en el futuro, tanto para consumo humano como para la producción industrial.
Eugenio Hernández, jefe de Área Los Ángeles de Forestal Mininco, dice que “de todas maneras el sector forestal puede aportar desde la introducción de mejores prácticas, pero en definitiva el gran problema de los sectores rurales es la escasez de agua para consumo humano o para riego a nivel de micropropiedades. Es ahí donde las empresas, junto al Estado y los vecinos, deben buscar soluciones colaborativas para retener y capturar agua vía pequeños embalses, tranques o el establecimiento de pequeñas obras”.
Pensar a largo plazo
En el contexto que vive el país, respecto a la disponibilidad del recurso hídrico, se han planteado una serie de medidas para equilibrar el acceso al agua, como el proyecto de la carretera hídrica. La iniciativa, a cargo de la empresa Aquatacama, propone llevar a través de tuberías submarinas agua desde las desembocaduras de los ríos en la zona centro sur de Chile, hasta el norte del país.
Mientras esto ocurre, las reservas de agua en el sur y hacia la cordillera específicamente, podrían verse presionadas por otros factores además de la sobreexplotación. “En unos años más, el cambio climático afectará más al sur de Chile. Por ejemplo, las reservas de nieve estarán 100 metros más arriba en la cordillera”, señaló Felipe Martín, secretario ejecutivo de la Comisión Nacional de Riesgo en la III Cumbre Internacional de Sustentabilidad Hídrica, realizada este año en Chile. Esto, sumado al uso del agua por parte del sector agrícola, entre otros factores, hacen pensar al especialista que el problema a futuro se dará mayormente en el sur.
Por parte de la industria forestal, existe un importante uso del agua para las plantaciones, utilización que se “prorratea” dado el lento crecimiento del cultivo, esto quiere decir que el recurso no se usa todos los años (revista Lignum 141, página 71). Sin embargo una importante debilidad del sector es que existe poco conocimiento público respecto a la disponibilidad y administración, en términos generales, del agua. “Uno de los principales problemas detectados es la falta de información que relaciona los recursos hídricos con las plantaciones. Esta es de corto plazo con distintas metodologías y localizaciones, cuyos datos no están disponibles al usuario común por provenir de iniciativas privadas”, afirma Paola Jofré, investigadora del Instituto Forestal (Infor).
Una de las causas de esto podría ser la complejidad para estudiar la situación hídrica de la industria, aunque de todos modos, Infor está realizando una investigación propia para detectar las principales problemáticas, causas y posibles soluciones.
“Los efectos de las plantaciones forestales en los recursos hídricos se pueden evaluar al hacer una comparación entre las características de la cuenca y del uso de la tierra antes que las plantaciones se establecieran en la situación actual. Por ende no existe una respuesta precisa, sino más bien la necesidad de evaluar cada cuenca por separado, considerando para esto sus condiciones actuales y del pasado referente a su cobertura vegetacional, suelo, clima y topografía”, afirma Paola Jofré. De acuerdo a la especialista, se sabe que la actividad forestal puede llegar a afectar la calidad del agua a través del aporte de sedimentos a los cauces y a la cantidad en lugares muy puntuales, lo que estaría sujeto a las características de la cuenca y a la actividad silvícola del momento.
“Respecto a las masas forestales, estas consumen agua como cualquier otro cultivo agrícola. Lo determinante de esto es poder evaluar el periodo del año cuando este consumo es más alto”, comenta Jofré. Por otra parte, destaca que estas “masas” controlan la erosión de los suelos y regulan la entrega de agua a los cauces, lo que se hace evidente durante las lluvias pronunciadas. En este sentido, en las empresas forestales tiene determinadas estrategias para optimizar el recurso. “Nuestras prescripciones técnicas apuntan a retener e incorporar el agua en el perfil del suelo, evitar que se escurra por nuestros predios en forma rápida, propendiendo a que se incorpore. Por otro lado, la protección de las cuencas es vital para evitar la erosión, esto busca que el agua infiltre en el perfil para evitar que se pierda y cause daño, siendo relevante a su vez el manejo de los desechos en una operación de suelo”, comenta Eugenio Hernández de Forestal Mininco.
El efecto de la escasez hídrica en las plantaciones forestales no es menor, ya que incluso puede afectar la productividad de una faena, porque los árboles pueden crecer menos. “Otro efecto de la falta de agua es la predisposición que los árboles tendrían frente a las plagas y enfermedades forestales, lo que redunda directamente en su desarrollo. También se puede manifestar en la necesidad de cambiar hacia especies de menor consumo de este elemento y de menor valor comercial, como además en una baja de los servicios ambientales”, advierte Paola Jofré.
Hasta ahora, no existen datos duros que reflejen la existencia o no de algún déficit hídrico sectorial de las plantaciones, al menos a nivel público. Esto puede deberse a factores a evaluar a largo plazo, como clima, suelos, especies, características topográficas de la cuenca, esquema silvícola, entre otros. Sin embargo, las forestales pueden contribuir, según explica Jofré, con el manejo sustentable a través de prácticas que permitan que el agua infiltre y recargue los acuíferos, asegurando la disponibilidad de las aguas en la parte baja de la cuenca.
“las empresas forestales pueden participar en los Núcleos de Empresas para la Sustentabilidad Territorial (NEST), que consisten en mesas de trabajo que incorporen a todos los actores relevantes, sean público o privados, vinculados con un área territorial determinada, cuyo objetivo es velar por la sustentabilidad en zonas de alta incidencia”, afirma Federico Echeverría.