¿Los pinos afectan las cuencas hidrográficas? Un forestal colombiano lo desmiente.

Comentario a declaraciones del Sr. Juan Carlos Borrero
Por JORGE BERRÍO MORENO, Ingeniero Forestal (UnalMed)


El señor Juan Carlos Borrero, Ingeniero Industrial, natural de Cali, quien ha desarrollado varios procesos tecnológicos relacionados con el uso del agua, ha tenido un amplio despliegue en los medios periodísticos en los últimos años por sus declaraciones sobre muchos temas del medio ambiente. Borrero fue postulado al Premio Príncipe de Asturias de Ciencia y Tecnología por el Congreso de la Republica de Colombia y Colciencias en el 2013; recibió el Premio Nacional al Merito Científico en Innovación en el 2012, a más de muchas otras actuaciones y condecoraciones que han tenido gran despliegue.
Sus declaraciones en medios y en conferencias sobre los bosques, el agua, el uso de la tierra rural y el medioambiente, suelen ser bastante aseverativas y altisonantes; muchas son desconcertantes, bien por contradictorias, por procurar impacto mediático, por desinformadas o por no exhibir la suficiente y necesaria fundamentación científica.  En la entrevista publicada el pasado 15 de noviembre en el diario El País de Cali, (clic aquí para acceder), entre otras muchas cosas, manifestó:  «las cuencas hidrográficas no son para producir madera, son para producir agua. Alterar las vocaciones de las cuencas para tener un bosque forestal [sic] con un fin empresarial o social es destruir la hidrología forestal. Así es como hemos destruido los nacimientos de agua del departamento».

El 30 de julio de 2014, en conferencia ofrecida en el auditorio de la CVC en Cali, sobre las especies del género Pinus que se usan en la reforestación comercial en Colombia, manifestó:  » …  son traídos del Canadá y de zonas donde cae la nieve y por eso tienen una arquitectura cónica y no prestan prácticamente ningún oficio benéfico en las cuencas del trópico. Las cuencas hidrográficas deben dedicarse solo a la producción de agua y la siembra de pinos para producir madera debe prohibirse». Agregó que  » … nosotros estamos trabajando para que esa práctica sea considerada como delito».

Sobre algunas de las aseveraciones que Borrero hace en la entrevista a El País, el Ingeniero Forestal (UnalMed) Jorge Berrío Moreno hace las siguientes observaciones, las cuales COLFORESTAL reproduce para los suscriptores por considerar, como lo ha hecho tantas veces ante casos similares, que los temas relativos a los bosques, las plantaciones forestales, el recurso agua y el uso de la tierra rural, que tantas controversias causan entre distintos grupos de interés de la sociedad colombiana, deben ser abordados estrictamente desde la óptica científica, al margen de cualquier preconcepción, mito o especulación.  GVV- Editor COLFORESTAL.
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Respetados señores:
 

Hoy, 15 de Noviembre de 2015, El País trae una entrevista con el señor Juan Carlos Borrero, como preámbulo a una charla que el entrevistado dictará próximamente. El artículo, titulado «Si estamos tomando agua contaminada» aunque pretende generar conciencia sobre un aspecto fundamental para todas las sociedades, como es la conservación del agua, contiene también algunos conceptos erróneos y otros de apreciación, que deben ser aclarados, toda vez que generan confusión entre el común de las gentes y, lo más grave, orientan equivocadamente a quienes deben tomar decisiones sobre el manejo ambiental.

El cambio climático.
En una de las respuestas, el señor Borrero hace esta afirmación: «El cambio climático es una aberración de las estaciones y los climas, no un incremento de la temperatura, y no permite generar predicciones precisas y así un Fenómeno del Niño es muy complejo».
 
Sin pretender ser especialistas en el tema – aunque tampoco completamente ignorantes – y sin entender bien el significado de la expresión «aberración de las estaciones y los climas», si vale la pena llamar la atención sobre la forma como sutilmente se va cambiando el lenguaje y el mensaje sobre el clima. Hasta hace poco tiempo se hablaba de «calentamiento global», pero, como la temperatura de la tierra – dentro de los límites y la precisión que se puede medir – no ha aumentado en los últimos 18 años, se habla entonces de una expresión llamada «cambio climático», por demás eufemística, ya que una característica del clima es cambiar permanentemente. Adicionalmente, ante el fracaso de los modelos de predicción, incluyendo los del IPCC (o principalmente éstos), los cuales eran considerados casi «proféticos», anunciando dramáticos cambios de temperatura, se comienza a reconocer la dificultad de «generar predicciones precisas». Aquí, los que predijeron – entre ellos Al Gore-, que en el 2014 el hielo ártico iba a desaparecer, los hemos notado muy callados. Infortunadamente, el tiempo juega malas pasadas a los profetas y adivinos, como le ha pasado a los Mayas, a los raelianos, a Melquíades y los del año 2000.
 
Que el Fenómeno del Niño es complejo lo hemos percibido todos. Le ha tomado el pelo a las agencias internacionales que siguen el comportamiento del clima y al IDEAM, su interlocutor en Colombia. Primero que era fuerte, después que la probabilidad era muy baja, luego volvió a aumentar, se dijo que iba hasta marzo del 2016 y después que va hasta Junio de ese año (Franco, IDEAM). En fin, lo que tendremos seguros es que un fuerte indicador, la cuenta de electricidad, continuará en alza. Ahora bien, relacionar actualmente el Fenómeno del Niño con el cambio climático, sin pruebas científicas, no pasa de ser mera especulación.
 
Cuencas hidrográficas y reforestación.
Este punto es que se quiere enfatizar en el presente comentario, por varias razones:

En primer lugar, en el tema «Tres acciones del verbo prevenir que se deben hacer ya» el entrevistado introduce algunos conceptos que no son fáciles de digerir para los legos en materias forestales y inclusive, para los que hemos trajinado largamente por esos caminos. La estrategia de «descrestar calentanos» siempre se ha utilizado exitosamente a través de la historia y ha conducido a la especialización de los lenguajes y a las barreras del conocimiento, en buena hora comenzando a caer debido a San Google y otros informadores.

 
El señor Borrero habla de «acciones de reforestación megambientales» , realizadas a través de «biofábricas de  bioplantulación con millones de plantas nativas para planes de reforestación masiva.» Aquí, probablemente se está refiriendo a un vivero grande, aunque con nombre más elegante y posiblemente – esto si es mala leche personal – con árboles más costosos.
 
Pero, lo más importante y que amerita un largo debate, imposible de adelantar en este espacio, se relaciona con la afirmación de que «las cuencas hidrográficas no son para producir madera, son para producir agua. Alterar las vocaciones de las cuencas para tener un bosque forestal (sic) con un fin empresarial o social es destruir la hidrología forestal. Así es como hemos destruido los nacimientos de agua del departamento».
 
La anterior afirmación contiene varios puntos cuestionables, el primero es que una cuenca hidrográfica comprende tanto la parte pendiente como la parte plana, por lo cual la frase condenaría a la reforestación comercial a desaparecer, dado que generaliza sobre toda la cuenca. Obviamente, si se interpreta que solo es la parte pendiente, se genera un verdadero conflicto con las áreas de vocación agropecuaria, cuya prioridad, en general, deberían ser estos usos.
 
Parece de perogrullo insistir en que la madera es y será un material renovable que ha sido usado y se seguirá usando por las comunidades humanas en todo el mundo y que existen diversos países (p.ej Austria, Noruega, USA, Suiza, Chile y claro, Colombia), que tienen aprovechamientos comerciales y sostenibles de bosques y plantaciones, en áreas pendientes. En este sentido valdría la pena que el señor Borrero consultara los estudios de EPM – Universidad Nacional, los de Walter de Paula Lima (U. de Sao Paulo, Piracicaba), etc, sobre efectos ambientales de las plantaciones forestales, ya que nuestro país debe aprovechar en forma integral – no solo en conservación – las áreas de ladera, en las cuales, además, se concentra una gran parte de la población colombiana, reconociendo, eso si, que deben resolverse conflictos de uso, dentro de los cuales la reforestación comercial, adecuadamente manejada, no se incluye. Por demás, afirmar que así es como se han destruido los nacimientos de agua del departamento, no solo es irresponsable, sino una evidente falta de respeto hacia la investigación científica, por parte de quien se considera un especialista.
 
Lo anterior lo lleva a uno a pensar en la falta de coherencia regional sobre algunos temas. La Estrategia de Bioregión, una visión sobre el desarrollo del Valle, concertada entre múltiples organizaciones públicas y privadas, entre las que están la Gobernación, la CVC y las principales universidades, seleccionó como prioridad, la ampliación del área cubierta por plantaciones forestales productivas en el Departamento.
 
Aunque se quedan puntos en el tintero, no quiero terminar este comentario sin señalar que estas visiones «cataclísmicas» sobre el medio ambiente y la destrucción de la humanidad, no son convenientes y a largo plazo solo van a conducir a un escepticismo como el que han producido la Eugenesia, la lluvia ácida y otros, acerca de los cuales se han hecho predicciones terroríficas que no se han cumplido. Evidentemente, hay muchas cosas que corregir sobre el manejo ambiental en Colombia, comenzando por la pobreza y la inequidad, pero no es con descalificaciones a actividades necesarias, ni con generación de miedo, ni con trucos semánticos, que vamos a lograr generar una cultura ambiental como la requiere un país de tantas riquezas naturales y al mismo tiempo, de tanto potencial de desarrollo.

Atentamente,
 
Jorge Berrío Moreno
Ingeniero Forestal
Email:  jorgeberriomoreno@gmail.com
 
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