La agricultura sigue siendo la causa principal de la deforestación a nivel mundial, y ello hace necesario promover con urgencia interacciones más positivas entre ésta y los bosques para crear sistemas agrícolas sostenibles y mejorar la seguridad alimentaria.
Este es el mensaje clave del informe de la FAO “El estado de los bosques del mundo” (SOFO), presentado hoy al inicio del 23º período de sesiones del Comité de Bosques (COFO) de la FAO.
Los bosques desempeñan un papel clave en el desarrollo agrícola sostenible a través de diversas vías, incluyendo el ciclo del agua, la conservación del suelo, la captura de carbono, y el control natural de las plagas, además de influir en el clima local y proteger el hábitat de los polinizadores y otras especies.
El Director General de la FAO, José Graziano da Silva aseguró que “la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, así como el Acuerdo de París sobre el cambio climático, reconocen que ya no podemos abordar por separado la alimentación y la gestión de los recursos naturales. Ambos acuerdos requieren un enfoque coherente e integrado sobre la sostenibilidad en todos los sectores agrícolas y sistemas alimentarios. En este sentido, los bosques y la silvicultura desempeñan un papel clave”.
“El mensaje clave del SOFO -añadió- es claro: no es necesario talar los bosques para producir más alimentos”.
La agricultura representa la parte principal de la conversión de los bosques a otros usos. Según el último SOFO, en las zonas tropicales y subtropicales la agricultura comercial a gran escala y la agricultura local de subsistencia son responsables de cerca del 40 y del 33 por ciento de la conversión de los bosques, respectivamente, siendo el 27 por ciento restante debido al crecimiento urbano, la expansión de las infraestructuras y la minería.
Por otro lado, el informe subraya cómo los bosques cumplen muchas funciones ecológicas vitales que benefician a la agricultura e impulsan la producción alimentaria.
“La seguridad alimentaria puede lograrse a través de la intensificación agrícola y otras medidas como la protección social, más que con la expansión de las áreas agrícolas a expensas de los bosques”, advirtió Eva Müller, Directora de la División de Políticas y Recursos Forestales de la FAO.
“Lo que necesitamos es una mejor coordinación intersectorial de las políticas en materia de agricultura, silvicultura, alimentación y uso de la tierra, una mejor planificación de este uso, marcos jurídicos eficaces y una mayor participación de las comunidades y pequeños propietarios locales”, añadió.
“Los gobiernos –subrayó Müller- deben proporcionar a las comunidades locales no sólo una tenencia segura de la tierra, sino también derechos de tenencia segura de los bosques. Un campesino es el que mejor sabe cómo gestionar sus propios recursos, pero a menudo carece de instrumentos legales para hacerlo”.
Mejorar de la seguridad alimentaria, mientras se frena la deforestación
Los bosques bien gestionados tienen un enorme potencial para promover la seguridad alimentaria. Además de sus contribuciones ecológicas vitales, los bosques contribuyen a los medios de subsistencia rurales y la mitigación de la pobreza a través de los ingresos generados con la producción de bienes forestales y servicios ambientales.
Cerca de 2 400 millones de personas dependen de la leña para cocinar y para esterilizar el agua. Y los alimentos de los bosques aportan proteínas, minerales y vitaminas a la dieta rural y pueden servir también como redes de seguridad en períodos de escasez de alimentos.
Según el SOFO, más de 20 países han obtenido éxito desde 1990 al mejorar sus niveles nacionales de seguridad alimentaria y al mismo tiempo mantener o aumentar la cubierta forestal, demostrando así que no es necesario talar los bosques para producir más alimentos.
Doce de estos países aumentaron su cubierta forestal en más de un 10 por ciento: Argelia, Chile, China, República Dominicana, Gambia, República Islámica del Irán, Marruecos, Tailandia, Túnez, Turquía, Uruguay y Viet Nam.
Todos estos logros se basaron en un conjunto similar de herramientas: marcos eficaces, tenencia segura de la tierra, medidas para regular los cambios del uso del suelo, incentivos normativos para la agricultura sostenible y la silvicultura, financiación adecuada, y una clara definición de los roles y responsabilidades de los gobiernos y comunidades locales .
Estudios de caso que muestran éxitos
El informe cita estudios de caso de siete países –Chile, Costa Rica, Gambia, Georgia, Ghana, Túnez y Viet Nam– que ilustran las oportunidades para mejorar la seguridad alimentaria y aumentar o mantener la cubierta forestal.
Seis de estos países lograron un cambio positivo en el período 1990-2015 en dos indicadores de la seguridad alimentaria -la prevalencia de la subalimentación y el número de personas subalimentadas-, así como el aumento de la superficie forestal. Gambia, el único país de bajos ingresos del grupo, logró alcanzar el primer objetivo de reducir a la mitad la proporción de personas que padecían hambre en el mismo período.
Viet Nam, por ejemplo, ha implementado con éxito una reforma para proveer de tenencia segura de la tierra como forma de fomentar la inversión a largo plazo. Este proceso estuvo acompañado por un cambio desde la silvicultura estatal a la de múltiples partes interesadas, con la participación activa de las comunidades a nivel local, incluyendo un programa de asignación de tierras forestales y contratos de protección forestal con familias locales. La reforma de la tenencia de la tierra se combinó también con instrumentos normativos para aumentar la productividad agrícola, como la exención de impuestos sobre la tierra, créditos blandos, promoción de las exportaciones, precios garantizados, apoyo a la mecanización y reducción de las pérdidas post-cosecha.
En Costa Rica, la deforestación alcanzó su nivel máximo en la década de 1980, debido principalmente a la conversión de la cubierta forestal en pastos. Desde entonces, el país ha invertido esta tendencia en gran parte debido a la ley forestal, que ahora prohíbe el cambio de uso de los bosques naturales, y su sistema de Pagos por Servicios Ambientales (PSA), que ofrece a los agricultores incentivos para plantar árboles y apoya la conservación del bosque . Como resultado, la cubierta forestal ha aumentado hasta casi el 54 por ciento de la superficie terrestre del país en 2015.
En Túnez los planes nacionales de desarrollo reconocen el papel beneficioso de los bosques al proteger la tierra contra la erosión y la desertificación. La producción agrícola se ha incrementado gracias a la intensificación, que hace un mejor uso de las tierras agrícolas existentes con regadío, fertilizantes, mecanización, semillas mejoradas y mejores prácticas agrícolas. Los incentivos para crear plantaciones forestales en el país incluyen plantones gratuitos y la compensación por la pérdida de ingresos agrícolas.
Fuente: El Mundo