El temible «árbol de la muerte»

Foto: Gutenberg Rocks

Su nombre científico es Hippomane Mancinella, mejor conocido como ¨El árbol de la muerte¨ o ¨La manzanilla de la muerte¨, es un árbol de la familia de las euforbiáceas y crece en regiones costeras, sobre suelos arenosos de alta concentración salina. Se extiende desde Florida hasta Colombia y abunda en varias islas del mar Caribe.

Se le conoce como «manzanilla de la muerte», debido la forma de su fruto, una pequeña manzana cuya ingesta puede llevar a la muerte a quién la toma. El árbol está registrado en el Libro Guinness como el árbol más peligroso.

Fruta del árbol de la muerte flickr.com / Jason Hollinger

La Hippomane Mancinella es un árbol que puede alcanzar los 20 m de altura si su fuste crece de forma recta, pero por su distribución costera no es raro que se desplome durante su crecimiento, adoptando una forma casi rastrera. El tronco y las numerosas ramas están cubiertos de una corteza gruesa y quebrada, de color gris. La copa es amplia y globosa, característica que lo convierte apropiado para proteger a una persona de la lluvia o del sol. Además, sus dulces y sabrosas frutas se parecen mucho a las manzanas. No se deje seducir. El temible honor que recae sobre esta manzanilla se debe al veneno que contiene, no solo en sus frutas, sino también en todas las partes del árbol.

No hace falta tocarlo para sufrir sus efectos. Simplemente el polen puede desencadenar una fuerte reacción.

Su corteza, hojas, flores y frutas segregan una savia lechosa llena de forbol, tan corrosiva que se come cualquier tela ligera como el algodón y que quema la piel con tal solo rozarla. Las ampollas aparecen al instante y si el viento ha azotado en tu cara algo de esta savia, se hinchará terriblemente y hasta puedes perder la vista de forma temporal.

Se cuenta que algunas tribus en el pasado lo usaban como instrumento de tortura, para lo que ataban en ellos a sus víctimas, que se quemaban primero con la corteza y después con la savia que caía sobre ellos disuelta en el agua de la lluvia.

La causa principal de la letalidad de este árbol reside en los efectos de un gran número de toxinas, aunque la sustancias más perjudicial que contienen parece, precisamente, ser un compuesto orgánico, llamado forbol. Es una sustancia muy utilizada en investigación, ya que a menudo su poder como promotor tumoral lo hace de gran utilidad a la hora de crear modelos de laboratorio para estudios biológicos sobre la carcinogénesis.

Foto: Play Ground

Como resultado, el sólo roce de la corteza del tronco de estos árboles puede causar quemaduras y ampollas en la piel y el consumo de una porción mínima de su fruto provoca inmediatamente el cierre de la garganta, seguido de ardor, hinchazón del cuello a causa de la filtración a los ganglios linfáticos y problemas digestivos que incluso pueden desembocar en la muerte.

Solamente algunos reptiles son capaces de vivir en estos árboles y alimentarse de sus frutos. Así que el árbol depende del mar para transportar sus semillas y reproducirse, igual que el cocotero.

Foto: Gutenberg Rocks

Se podría pensar que una buena forma de evitar accidentes indeseados es quemarlos, pero no, además de que ningún árbol debe ser quemado por muy perjudicial que resulte, tratar de hacérselo a éste no es una buena idea, ya que el humo resultante podría causar irritación en las mucosas, picor de ojos e incluso ceguera.

El árbol está en peligro de extinción. Y no es una buena noticia para los indígenas que usan su savia tóxica para impregnar sus flechas y hacerlas más letales. Además su madera, debidamente secada, se emplea para elaborar muebles y vajillas.

Fuentes: Gutenberg Rocks, Play GroundActualidad RTOmicrono.

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