Un ejército de abejas lucha contra la deforestación en Tanzania

Sobre las llanuras de Tanzania se oye el zumbido de miles de abejorros, que observan los alrededores a través de miles de diminutas lentes. Las abejas macho quizá no tengan los mismos dispositivos electrónicos de alta tecnología como los drones, que ahora se utilizan para monitorizar el impacto de la deforestación, pero se ha visto que son los aliados perfectos en la conservación de la naturaleza en Singida, región central de Tanzania.

Estos insectos, insignificantes en su tamaño, se enfrentan a un gran desafío. Durante las últimas dos décadas, Tanzania ha perdido el equivalente a 400 mil hectáreas de bosque al año. Así, la última «Evaluación de los Recursos Forestales Mundiales» de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés) advierte que esto se ha traducido en una pérdida de biodiversidad y erosión del suelo.

En una región donde la pobreza está muy extendida y hay pocos recursos para la subsistencia, la población local recurre a la tala de árboles para la producción de carbón vegetal. Según Jimi Akindele, co-fundador de la empresa de apicultura social «Tanganyika Apicultural«, el comercio de carbón vegetal representa más de la mitad de los ingresos en gran parte del país. En las zonas rurales, la apicultura podría ofrecer una alternativa atractiva a aquellos campesinos que se ganan la vida con la tala de árboles. Esa es al menos la esperanza.

Mujeres al poder

Tanganyika Apicultural tiene su sede en Singida, capital de la zona y una de las regiones apícolas más importantes de Tanzania. La empresa trabaja principalmente con cooperativas lideradas por mujeres. Actualmente, la organización apoya a 326 grupos femeninos, proporcionándoles acceso a microcréditos, tecnologías más modernas, métodos y, sobre todo, mercados lucrativos. Su interés en las mujeres no es una coincidencia, explica Akindele, que también trabaja como abogado internacional. «Pensé que sería una idea muy buena tener mujeres a bordo, ya que para ellas las oportunidades económicas son muy limitadas», cuenta Akindele.

En un país donde las mujeres tienen un promedio de seis hijos, para Philemon Kiemi, apicultor de Tanzania y co-fundador de Tanganyika Apicultural, está claro que las mujeres están especialmente capacitadas. «Las mujeres de zonas rurales organizan mejor a sus familias que los hombres. Si se apoya a estas mujeres, también se apoya a sus familias».

Tradiciones antiguas modernizadas

Desde hace miles de años, la apicultura forma parte de la agricultura de Tanzania. El máximo apogeo de la producción agrícola se dio durante la época colonial de finales del siglo XIX y principios del XX, cuando Alemania dominó una zona que hoy pertenece a Tanzania.

Hoy en día, la práctica de la apicultura todavía está muy extendida. Se estima así, que aproximadamente dos millones de tanzanos, de zonas rurales, se emplean en la producción de cera y miel. No obstante, el 99% de la producción total se sigue realizando con métodos tradicionales y poco sostenibles.

Las técnicas antiguas para fabricar una colmena implican el uso de troncos vacíos o cortezas de árbol. Una vez colonizada la colmena, se abre y se cosechan los paneles de miel. Éste es un método barato, sin embargo, con ello se destruye la colonia y por lo tanto solo puede cosecharse una vez. Asimismo «es muy laborioso y requiere subir a un árbol y adentrarse en el bosque, que puede ser muy costoso para las mujeres», explica Akindele. La introducción de técnicas de apicultura más modernas puede, por el contrario, aumentar sus ingresos, ya que «la apicultura sostenible significa menos tiempo y esfuerzo», añade.

Abejas en peligro

Tanganyika Apicultural no es la única organización que promueve la apicultura como un incentivo para proteger el bosque. El gobierno de Tanzania y las ONGs locales e internacionales, como el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, en sus siglas en inglés), han destacado sus beneficios ecológicos y económicos en sus esfuerzos para detener la deforestación.

Las autoridades de Tanzania registraron a principios de 2015 un aumento de la tala ilegal.

Twitear En el distrito costero de Rufiji, por ejemplo, se han transportado cientos de toneladas de madera de contrabando fuera de los bosques. La situación ha llegado a ser tan dramática, que algunas especies de árboles locales, como el Mninga, se encuentran en peligro de extinción.Los apicultores también se ven afectados por la situación, ya que con ello también desaparecen plantas, de cuyas flores se alimentan las abejas. Además, ha surgido una nueva amenaza: el ácaro varroa. La presencia del parásito, que ya ha diezmado la población de abejas europeas, ahora está aumentando en Tanzania. Según un estudio de 2014 de la Revista de Entomología y Estudios Zoológicos, el 48% de un total de 175 colonias de abejas analizadas en Tanzania están infestadas por estos ácaros.

No obstante, Ingolf Steffan-Dewenter, experto en abejas y profesor de la Universidad de Wurzburgo, afirma que las abejas de Tanzania podrían ser más robustas que sus parientes europeos. «Hay estudios que señalan que las poblaciones de abejas del este africano podrían ser más resistentes que las europeas», explica. «Pero eso debe ser estudiado con más detalle», añade.

El gobierno de Tanzania ha destacado el importante papel que desempeñan las abejas en la mejora de la biodiversidad y del rendimiento de los cultivos a través de la polinización. Steffan-Dewenter advierte, sin embargo, sobre la dificultad de cuantificar el efecto de un determinado número de abejas en la biodiversidad local.

En cualquier caso, el trabajo de cooperación entre científicos, grupos de conservación, autoridades locales y otros grupos es vital. En este sentido, el excepcional trabajo en equipo de las abejas es un excelente modelo a seguir, tal y como dice Kiemi: «es imposible trabajar solo y tener éxito».

Fuente: Cromo

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