Bioenergía de la madera, menos mala de lo que se pensaba

Entre el 27 y el 34% de la madera extraída para producir energía en todo el mundo, principalmente para satisfacer las demandas de calefacción y cocina, se hace de forma insostenible. Es el principal dato extraído del estudio The carbon footprint of traditional woodfuels de la Universidad Yale (Estados Unidos), que concluye que el impacto sobre la deforestación y las emisiones de CO2 de la bioenergía procedente de la madera es menor del que se pensaba. Se destaca, en lo negativo, el caso de regiones del sur de Asia y de África Oriental, donde, no obstante, se puede mejorar la sostenibilidad con la instalación de estufas y cocinas más eficientes.

“El aprovechamiento de la madera para satisfacer las demandas de calefacción y cocina por parte de miles de millones de personas en todo el mundo tiene un menor impacto sobre la pérdida mundial de bosques y las emisiones de dióxido de carbono (CO2) del que se creía”. Esta es la principal conclusión del trabajo de la Universidad Yale realizado por un equipo de investigadores de la Yale School of Forestry & Environmental Studies (F&ES) y de la Universidad Nacional Autónoma de México. El estudio (The carbon footprint of traditional woodfuels) se ha publicado recientemente en la revista científica Nature Climate Change

En concreto, el estudio calcula que sólo entre el 27 y el 34% de la madera recolectada y empleada como combustible en todo el mundo se considera insostenible, basando principalmente el criterio de sostenibilidad en el crecimiento anual del mismo volumen de biomasa de madera en los bosques que la extraída. A partir de aquí se identifican «puntos calientes», donde la mayoría de la extracción supera la capacidad de regeneración. Estos puntos se sitúan principalmente en el sur de Asia y en África Oriental, donde 275 millones de personas dependen de la leña que se recolecta.

Reducir las emisiones gracias a estufas y cocinas más eficientes
Acorde con el principal financiador del estudio, la Global Alliance for Clean Cookstoves, los investigadores sugieren que, debido a las grandes diferencias entre regiones en el mundo, las políticas de desarrollo de biocombustibles deben tener en cuenta la particularidad de cada una de ellas y, en cualquier caso, apostar por el desarrollo de tecnologías de estufas y cocinas más eficientes. En concreto, se estima que la instalación de cien millones de cocinas más eficientes podría reducir entre un 11 y un 17% las emisiones de gases de efecto invernadero asociadas a la quema de biomasa de madera, que ahora representan entre el 1,9 y el 2,3% de las emisiones globales. 

Los investigadores afirman también que la mayor parte de la madera que se utiliza para calefacción y la cocina tradicional es un subproducto de la deforestación derivada de otros factores, como la demanda de tierras agrícolas. “En estos casos, de poco sirve que se reduzca la demanda de madera como combustible si las presiones subyacentes que impulsan la deforestación siguen ahí”, afirma Robert Bailis, profesor asociado del F&ES y autor que encabeza el estudio.

Se dispone de modelos para actuar en regiones prioritarias
Otros dos autores, Rudi Drigo, consultor independiente experto en política forestal, y Omar Masera, de la universidad mexicana, han diseñado un modelo que ya se aplica en más de 20 países y que les ha permitido determinar la oferta y la demanda en 90 países de regiones tropicales del mundo donde la madera y la leña son una fuente fundamental de energía para cocinar y calentarse. Masera explica que “la situación es muy específica a nivel local (varía incluso dentro de cada país) y no se puede llegar a una respuesta general para todos los lugares, por lo que una de las fortalezas reales de este trabajo es que muestra una metodología que permite identificar regiones prioritarias para intervenir en ellas».

Fuente: Energías Renovables


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