Nace un banco para compensar campesinos que protejan bosques

No es mentira: parte de la calidad de vida de la mayoría de las personas la pagan los campesinos.

Con frecuencia ciudadanos se acercan a las oficinas de Cornare a denunciar: en tal parte un campesino está talando el bosque.

La situación es común por ejemplo en el corredor de la carretera a Bogotá hacia el sector de San Luis, donde las montañas y lo que en ellas sucede quedan a la vista de miles de viajeros.

Carlos Mario Zuluaga, director de esa corporación, informa que reciben alrededor de 800 quejas, la mayoría por tala. Los funcionarios atienden y con la Policía se decomisa la madera y se impone la multa.

Los denunciantes, muchos en sus autos que contaminan y con un tren de vida alto en demanda de recursos, siguen tranquilos.

El capital del banco son las reservas de carbono de los bosques de la región. En la foto, María Camila Escobar en su finca. FOTO JULIO CÉSAR HERRERA

Para reducir esa injusticia es que nace Banco2, que se lanza hoy en la sede de Cornare y mañana en San Luis, para celebrar el Día Mundial del Medio Ambiente.

«Cornare lo que hace es encarecer mi madera», dice María Camila Escobar, campesina de Popal, una vereda en el sector de la quebrada La Tebaida en San Luis. Debe pagar un jornal adicional para que la escondan cuando observan algún movimiento que podría derivar en decomiso.

«Mi hijo solo me dijo: tan malos los de Cornare que nos dejaron sin mercado», cuenta William Otálvaro, campesino del páramo de Sonsón dedicado a la fabricación de carbón de madera, a quien le decomisaron una madera.

Zuluaga relata el caso de un anciano que llegó a su ofician a pedirle que le devolvieran una madera. Cuando le dijo que no podía, comenzó a llorar. Extrajo de un plástico unos documentos y le dijo: si no me la devuelve se muere mi hija. El médico le había ordenado un examen rápido y en el Sisbén la cita era a los tres meses. Requería los 150.000 pesos de la madera para cumplir la cita en una institución privada.

Mientras al campesino necesitado lo persigue la autoridad, los demás siguen con su ritmo de vida.

«Hagamos algo de justicia», dice el director de Cornare al explicar el proyecto del banco.

En una página web (se divulgará en unas semanas), cualquier persona puede ingresar y calcular en toneladas su huella de carbono anual. Cada tonelada vale hoy 8.000 pesos en el mercado internacional. Si, por decir algo, son cinco toneladas, serán 40.000 pesos que cuesta su huella.

En esa página encuentran los campesinos vinculados al programa, el detalle de su propiedad y las hectáreas reservadas. Hace clic y selecciona dónde quiere compensar. El acercamiento le mostrará el lote en cuadrículas y escoge una o varias. Después procede a donar el dinero en la cuenta de esa persona.

Cada campesino aportrá tres hectáreas para retención de carbono y emisión de oxígeno. Serán 7.200.000 pesos al año que recibirá por ellas. El programa le permitirá retirar 600.000 pesos al mes para satisfacer sus necesidades y se compromete a no talar esa área ni el resto de su propiedad.

Bancolombia no cobrará un peso por ese manejo. No se podrá pasar el tope ni gastar todo de una vez. El programa se lanza con 30 campesinos vinculados con 1.500 hectáreas en total.

De los ingresos de Cornare por multas y otros, más la vinculación de algunas empresas, el Fondo Plántalo aportará un 40 por ciento de aquella suma para proyectos productivos en la finca, de modo que complementen sus ingresos.

La finca
«Con los 600.000 pesos merco sin problemas para todo el mes», dice María Camila.

Para llegar a su finca de 30 hectáreas hay que tomar un carreteable de piedras grandes desde La Tebaida hasta Popal, unos 25 minutos en campero. Luego se camina de 20 a 30 minutos subiendo y bajando, cruzando la quebrada y otro arroyo dos veces.

En la mitad de la loma, en un descanso de la montaña, está su casa campesina, en bareque, que no ha recibido apoyo para mejoramiento. El techo de metal y de teja grande, sostenido en parte por tacos de madera. No tiene puertas sino cortinas.

La vivienda estuvo abandonada cinco años por la violencia, que se llevó la vida de un hijo. Y tras andar por Medellín y San Luis hace seis años regresó con un hijo y su hija Alejandra, que ahora tiene una bebé.

Viven con algunos sembrados de pancoger; su yerno trabaja de jornalero cuando hay posibilidad, así como su hijo. Sacan madera también.

Libardo Bolívar es su compañero hace tres años. Este hombre que ha trasegado el suroeste (oriundo de Salgar) y el Valle, encontró en la región su vida. Hacia arriba posee una finca con café, que trabaja casi todos los días.

Campesinos de pura cepa, que le arrancan comida a la tierra y le arrebatan los árboles son los que forman parte de este programa, Banco2, que espera tener a fines de año 100 vinculados.

En el Oriente se pueden capturar 95 millones de toneladas de carbono en 320.000 hectáreas de bosque natural, afirma David Echeverri, biólogo de Cornare. Pero la idea es que la iniciativa se riegue y sea una manera efectiva de conservar los bosques a la vez que se le paga al campesino por eso y se les quita la carga de conservar mientras los demás viven bien bueno.

La hora de los bosques.

ANTECEDENTES

DE LAS SANCIONES Y LA REFORESTACIÓN

La conservación de los bosques ayuda a capturar el nocivo dióxido de carbono y evita otra serie de problemas. El trabajo de las Corporaciones Autónomas Ambientales ha estado muy centrado, en este tema, en reforestación o en sancionar a quienes talan. De hecho, algunas obtienen sus mayores ingresos con el dinero que recaudan por las licencias que otorgan para cortar árboles.

Pese a las acciones, cada vez quedan menos bosques en Antioquia, manteniéndose una elevada tasa de deforestación. Apenas tres regiones, hacia el Paramillo, el Nordeste y Oriente tienen aún alguna cobertura importante, pero la tasa de deforestación es alta.

ANÁLISIS

Para que el compromiso sea de todo el mundo

RAMIRO VELÁSQUEZ G.
Editor Ciencia y Cambio Climático

Desde que el mundo habla del cambio climático luego de establecer en la Cumbre de la Tierra de Río 1992 la Convención Marco de Naciones Unidas para tratar el tema, no se ha logrado contener la emisión de gases de invernadero. Hace un mes, los niveles de CO2 superaron 400 partes por millón no vistas desde hace más de tres millones de años.

La actividad económica basada en la energía de los combustibles fósiles y la deforestación han agravado el calentamiento global.

En temas ambientales es verdad que se debe ‘pensar global, actuar local’: el asunto depende de todos.

Aunque hay mayor conciencia sobre los temas ambientales, la falta de acción o la creencia que son los demás los llamados a actuar aumenta las dificultades.

El consumismo se ha tomado el mundo. Nivel de vida se asimila a número de autos, dispositivos electrónicos y aparatos de toda clase que se posean.

La huella de carbono de una persona es de 3,5 toneladas año.

En Antioquia se talan unas 19.000 hectáreas/año y aunque no son los campesinos el único eslabón de la cadena sino grandes mafias de la madera, a aquellos se les endilga la responsabilidad de mantener el bosque a costa de su pobreza.

Banco2 tiende a reducir la tala y mejorar el nivel de vida, bajando la presión sobre uno de los brazos de la problemática ambiental, y es una manera de hacer justicia.

Fuente: El Colombiano


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