El sector agroalimentario y forestal mundial se enfrenta a partir de ahora a un triple reto como consecuencia de la necesidad de frenar el cambio climático y el incremento de las temperaturas: reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero derivadas de la actividad agraria (uso de maquinaria, fertilizantes, pesticidas y los gases de los animales); potenciar su papel como sumidero de las emisiones globales procedentes de otros sectores a través de los cultivos y de los bosques y, por último, acometer las tareas anteriores cumpliendo con otra fundamental, la de producir alimentos en cantidad y calidad suficiente para abastecer a un número creciente de habitantes del planeta (se calcula que a lo largo de este siglo se incrementará en más de 2.000 millones de personas).
En este cambio paulatino del modelo agrario y forestal mundial va a jugar un papel fundamental la innovación, elemento clave para afrontar el triple reto citado anteriormente. Así, por ejemplo, ya se están llevando a cabo estudios en Irlanda y Nueva Zelanda, dos países que cuentan con una importante cabaña de vacuno, para investigar la forma en la que se puede cambiar la alimentación de las vacas con el fin de reducir sus emisiones de metano, uno de los gases de efecto invernadero, a la atmósfera. Por otro lado, empresas de fertilizantes desarrollan también nuevos métodos para que los abonos que utilizan los agricultores sean más respetuosos y no contribuyan al cambio climático.
Este último y la subida de las temperaturas experimentada durante los últimos años tienen importantes consecuencias para el sector agrario, entre las que destacan las siguientes: cambios en los mapas de cultivos, como el viñedo que ahora se planta más hacia el norte en el caso de este hemisferio y en zonas de mayor altitud; sequías extremas; tormentas más dañinas y frecuentes; aparición de nuevas plagas o ampliación geográfica de las que ya existían.
El acuerdo alcanzado en París supondrá un cambio en el modelo energético mundial. En los próximos años se reducirá el uso y consumo de energías fósiles derivadas del carbón y del petróleo y aumentará la utilización de las llamadas energías verdes o renovables. Ello tendrá importantes consecuencias desde el punto de vista económico, geoestratégico e incluso militar.