Aunque parezca mentira, es cierto: en Sonsón hay un magnífico ejemplar de secuoya gigante, un árbol de casi 30 metros de altura y más de 90 centímetros de diámetro.
Tremenda sorpresa me llevé cuando apreciaba un extraño árbol en el parque principal y vino a mi un ciudadano de esa querida población, cuna de mis mayores y me dijo: «Es una secuoya y la sembró Joaquín Antonio Uribe , educador y naturalista muy destacado que nació en Sonsón en 1858 y murió en Medellín en 1935».
Es el Joaquín Antonio Uribe que le da nombre a nuestro Jardín Botánico.
Reconocí que podía ser cierto, tomé fotos de diferentes ángulos, aprecié que tiene una altura de cerca de 30 metros y le medí un diámetro a la altura de mi pecho de 92 centímetros.
En Medellín, confirmé en el Jardín Botánico y en la Universidad Nacional con el ingeniero forestal León Morales que es una secuoya sempervirens, nativa de California de muy extraño crecimiento en el trópico.
No se conoce otro ejemplar adulto en Colombia pese a que hace unos años la Federación Nacional de Cafeteros trató de aclimatar unos ejemplares.
Las secuoyas son una de las maravillas de la naturaleza, en su hábitat alcanzan 80 metros de altura, diámetros mayores a 10 metros y edades hasta de 2.500 años. El peso de solo el tronco de una secuoya famosa en California, la General Sherman, es de 1.350 toneladas, el equivalente a casi 20.000 individuos de 70 kilos cada uno.
Hacen parte de la familia de las coníferas y son parientes cercanos de los pinos y los cipreses que abundan en nuestra patria.
Son sobrevivientes del Jurásico y resistieron el meteorito que hace 65 millones de años acabó con los dinosaurios.
La madera es muy dura y la apariencia cuando se corta a través es como de una piedra o una laja de mármol. En museos de historia natural hay rodajas de secuoyas con indicaciones de momentos muy importantes de la historia de la humanidad en los anillos que marcan la antigüedad del árbol: fechas desde finales del antiguo Egipto, el período griego, la antigua Roma, el nacimiento de Cristo, la Edad Media, el Renacimiento o la revolución francesa.
Ahora que el Valle de Aburrá está empeñado en encontrar los árboles más destacados para declararlos de valor patrimonial, tal como se hace con ciertas edificaciones, esta secuoya tiene características excepcionales, como ser un ejemplar único, de muy difícil propagación, de gran belleza y del que en un futuro los sonsoneños se enorgullecerán ya que aun no se han dado cuenta del tesoro que tienen en todo el corazón de la población.
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