Pamplona foto de cambioclimático.com
Más de 25.000 participantes procedentes de 195 países asisten en Marrakech (Marruecos) a la Cumbre del Clima de Naciones Unidas (COP22). La cita debe servir para seguir la hoja de ruta marcada en la anterior cumbre, celebrada a finales del año pasado en París. Su principal objetivo: convencer a los países en vías de desarrollo de que apuesten de manera definitiva por las energías renovables.
En este sentido, Marruecos es un ejemplo a seguir y aprovechará la ocasión para mostrar al mundo su “política verde”, cuya punta de lanza es el compromiso de que el 42% de su energía proceda de renovables en el año 2020. La cifra alcanzará el 52% en 2030.
Pese a todo, en la cumbre no se escuchará ni una palabra de la descarbonización forzosa de los países desarrollados ni de la deuda con otras zonas como África o India. Sí habrá una petición genérica para que EEUU, China, Rusia y la UE revisen sus ambiciones de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en el horizonte de 2020, como adelantó la ministra de Medio Ambiente marroquí y una de las dos mujeres que componen el comité organizador, Hakima Haiti. Eso sí, sin ningún carácter vinculante, como ya sucedió en París.
La tercera propuesta que se debatirá en Marruecos será la de la necesidad de ampliar el Fondo Verdepara ayudar a la transformación de los países menos desarrollados. El objetivo, alcanzar los 100.000 millones de dólares, está aún muy lejano.
El silencio de España
La COP22 ratificará la entrada en vigor del pacto alcanzado en la anterior cumbre del clima. Un documento que todavía no ha firmado el Gobierno español, amparándose en la situación de interinidad por la que ha atravesado este año. Tras la ratificación de más de 55 países, cuyas emisiones representan más del 55% de los gases de efecto invernadero, el Acuerdo de París entró en vigor el 4 de noviembre, tres días antes del inicio de la Cumbre de Marruecos.
Sus 40 páginas sólo obligan a los Estados firmantes a presentar informes cada cuatro años sobre sus emisiones de gases contaminantes. El problema es que no establece unos máximos y, además, los resultados no son vinculantes. Según los grupos ecologistas, en la actualidad las emisiones totales exceden en 12/14 gigatoneladas lo que se establece como recomendable para no dirigir al planeta hacia el abismo medioambiental. De hecho, Naciones Unidas ha vuelto a pedir a los países más desarrollados que modifiquen sus compromisos de emisiones porque, de otra manera, será imposible no superar el umbral de los 1,5 grados establecidos en París antes de 2050. Ningún país, hasta el momento, ha hecho caso a esta solicitud.
En Marrakech, además, se formalizarán los planes nacionales de acción climática (INDC, por sus siglas en inglés), presentados por cada país. De este modo se transformarán en contribuciones determinadas a nivel nacional y, a partir de ese momento, cada Estado podrá revisarlas al alza.
El tiempo se acaba
Mientras se desarrolla la cumbre, la cuenta hacía atrás continúa imparable. El pasado mes de marzo, diversos meteorólogos norteamericanos lanzaron una señal de alarma: el umbral de los dos grados ya ha sido superado en el hemisferio norte. Además, muchos especialistas ya hablan de que el calentamiento global del planeta es de 1,5 grados respecto a la era preindustrial. Las voces más pesimistas apuntan a que se superarán los dos grados en 2035, y que en estos momentos ya es irremediable el escenario de casi cuatro grados para el 2050. Una tragedia, si se tiene en cuenta que los propios científicos del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) de Naciones Unidas pintan un panorama desolador si se sobrepasan los dos grados.
Las Cumbres del Clima pasan y el tiempo acaba. El papa Francisco recordó en la ONU que “ya no basta impresionarse y conmoverse ante quien, en cualquier latitud, pide el pan de cada día. Es necesario decidirse y actuar”. Los grupos ecologistas creen ya imprescindible el cambio de modelo y rechazan las posturas más optimistas que esperan que la salvación proceda de una nueva tecnología aún por descubrir.
Fuente: La Marea