Los pueblos indígenas han sido administradores responsables de sus tierras y recursos durante miles de años. Con sus conocimientos tradicionales y prácticas sostenibles de ordenación de los recursos, las culturas indígenas han sobrevivido y prosperado en todos los lugares del mundo. No obstante, ni sus comunidades ni nuestras
sociedades industrializadas son inmunes a una economía globalizada cuyos efectos secundarios, si no se controlan debidamente, representan una amenaza para los bienes públicos ambientales que constituyen una base imprescindible para la supervivencia cultural, espiritual y física de los pueblos indígenas.
En muchas regiones, las vicisitudes de la biodiversidad están estrechamente vinculadas con las de las culturas indígenas. Por ejemplo, una proporción significativa de las áreas protegidas del planeta, principal instrumento para la conservación de la biodiversidad, se encuentra dentro de las tierras, territorios y recursos indígenas, o se superpone con ellos. Esta notable convergencia espacial representa al mismo tiempo una enorme oportunidad y un desafío para la conservación de la biodiversidad y para la supervivencia de los medios de vida de los pueblos indígenas.
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