Una serie de empresas danesas están investigando sobre la torrefacción controlada de los pellets. Esta técnica en Estados Unidos lleva años haciéndose. Después de este proceso el pellet queda muy negro.
El objetivo es mejorar el poder calorífico, disminuir el peso y hacerlo hidrofóbico (resistente al agua).
Se estima que el pellet torrefacto puede ser hasta un 20% más energético que los pellets estándar. Esta mejora reduciría los costes de transporte y almacenamiento.
El proceso de torrefacción de la biomasa se lleva a cabo a temperaturas relativamente bajas (250ºC-300ºC) en una atmósfera inerte (libre de oxígeno). El proceso genera subproductos como agua, dióxido de carbono, monóxido de carbono y diversos ácidos orgánicos.
Expertos como Jaap Kiel creen que este tipo de pellet tiene un gran potencial ya que aparte de todas las ventajas mencionadas hay que sumarle que requieren poca o ninguna modificación de las calderas, reducen significativamente las cencizas y muestran una escasa degradación microbiana del pellet que hace que huela mal.