
Ahora que hay más consiencia de las limitaciones del planeta, no nos pesa cerrar el grifo mientras nos cepillamos los dientes, ni apagar las luces y los equipos que no utilizamos. Estamos inundados de productos a la venta que tienen algún sello, etiqueta o promoción sobre lo ecológico que es, aunque muchas veces no estamos seguros a que se refiere. Incluso lo que comemos, tratamos al menos que sea orgánico.