Cómo y para qué sirve el sulfato de hierro en las plantas y árboles.

Foto: eHow

A pesar de la existencia de un gran número de quelatos de hierro que protegen este ión de su degradación en el suelo, sobre todo en suelos calizos, el sulfato de hierro sigue siendo importante en la agricultura. Simplemente, se ha adaptado a las nuevas tecnologías y se “ha adaptado” a tener otros usos. Este artículo trata sobre el sulfato de hierro.

La precipitación del sulfato de hierro en suelos calizos

Uno de los grandes problemas que nos encontramos en muchos suelos es su contenido rico en calizas y, por tanto, pH alto. Esto hace que algunas mezclas, como el sulfato de hierro, se insolubilicen y precipiten rápidamente.

Sólo hay que ver esta tabla donde se puede apreciar cómo baja la asimilación o disponibilidad del hierro en función del incremento del pH. A partir de pH empieza a ser un factor limitante, y en pH cercanos a 8, bastante comunes en suelos del sur, su precipitación es bastante alta.

¿Aplicación foliar o vía riego para corregir una carencia?

Una cosa para tener en cuenta es que todo lo que se aplique por vía foliar tiene una asimilación más rápida. No interacciona con el medio edáfico y la posibilidad de que interactúe (tanto positiva como negativamente) con el resto de cationes y aniones del suelo es prácticamente nula.

Sin embargo, hay que diferenciar entre los complejos y los quelatos, ya que no son lo mismo. En aplicaciones foliares, es recomendable usar productos a base de complejos. En cambio, por vía radicular, la elección de quelatos es mejor.

Parte de los problemas que tiene el hierro es que es fotosensible y se degrada fácilmente en contacto con la luz. Usado como corrector de carencias (un quelato de hierro), se puede aplicar a primeras horas de la mañana, a dosis que varían entre los 200-300 cc/hl para la mayoría de productos, que llevan una riqueza de hierro que varía entre 6 y 7,5%.

Aplicaciones vía fertirrigación

Es común, y en ocasiones se hace así, por comodidad, la aplicación en fertirrigación o bien el “cacharreo” de utilizar quelato de hierro o sulfato de hierro sólo en las plantas o árboles que lo demanden.

Se suele aplicar una dosis variable por planta para corregir una clorosis férrica con síntomas visuales.

Un ejemplo de dosificación para un quelato de hierro común:

Quelato de hierro 7%

  • 30-50 gramos/pie para árboles en desarrollo
  • 50-100 gramos/pie para árboles de gran tamaño y muy desarrollados.

Un ejemplo visual, para ver la importancia del hierro en los cultivos, demostrado en este ensayo.

Dosificación del sulfato de hierro

Lo primero de todo es hacer un análisis de suelo previo para conocer qué tenemos en el suelo, qué vamos a utilizar y qué tenemos que reponer.

La aplicación de sulfato de hierro, en tal sentido, ofrece varias prestaciones.

Por un lado, la aplicación de grandes cantidades, entre 400 y 600 kg/ha de sulfato de hierro, ayuda a bajar el pH del suelo, si estamos ante suelos muy calizos y que tienen grandes problemas para movilizar los micronutrientes.

Otra dosis recomendada también puede ser entre 35 y 50 gramos/m2, con el interés de aplicar hierro al suelo de una forma sencilla y barata.

Simplemente echando un vistazo a la tabla anterior de movilidad de los nutrientes (macro y micronutrientes) en función del pH, nos hacemos una día de lo que podríamos ganar acidificando o alcalinizando un suelo.

Aunque como se ha repetido algunas veces, el suelo tiene una gran capacidad de taponamiento, y sólo grandes cantidades pueden ayudar a modificar el pH.

Por tanto, en suelos calizos, la aplicación de sulfato de hierro no sólo ayuda a bajar el pH del suelo, aportar hierro en grandes porcentajes y azufre, si no también destaca su capacidad para movilizar y mejorar la asimilación por la planta de otros nutrientes que sólo son móviles en pH ácidos. 

La problemática del sulfato de hierro

Uno de los mayores inconvenientes que ofrece el sulfato de hierro aplicado en la agricultura es su gran potencial para degradarse.

Es una de las fuentes más conocidas de hierro, pero una vez se aplica al suelo, se disocia el azufre y el hierro, de forma que cada uno irán por su lado.

En distintas situaciones, pH, tipo de suelo, luminosidad, etc. el hierro se degrada con facilidad de sulfato ferroso (FeSO4), con un contenido entre 20 y 25% de hierro, a Fe3+ , un compuesto insoluble, sólido y un precipitado.

Sin embargo, las plantas son muy inteligentes y han desarrollo muchísimas estrategias que a día de hoy se siguen estudiando.

Dichas plantas, son capaces de segregar sustancias que acidifican el suelo (con un coste energético alto). Liberan una alta carga de protones H+  para intentar solubilizar el Fe3+que, como hemos dicho, es insoluble a pH neutro o básico.

Por otra parte, están los microorganismos sideróforos, que son capaces de  transformar el Fe3+ estado Fe2+  , que si es soluble y asimilable por las plantas.

Fuente: agriculturers.com

Vía: Mitre y el Campo

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *