En Chile existen alrededor de 13,5 millones de hectáreas de bosques nativos en distinto estado de desarrollo y nivel de conservación. Es indiscutible el valor de estos bosques en el balance hídrico, captura de carbono, mantención de la biodiversidad, control de la erosión, recreación, alimentación, turismo y otras funciones de vital importancia para nuestro país.
Sobre la cifra total anterior, queremos focalizar nuestro análisis en los bosques nativos de segundo crecimiento (BNSC), que genéricamente se denominan renovales. Estos bosques, aunque son nativos, surgieron principalmente como respuesta a erupciones volcánicas, incendios, roces y a la apertura de bosques por extracción de madera o intento de cambio de uso de suelo, creciendo en forma aparentemente desordenada, buscando la luz.
Hoy ofrecen un enorme potencial, tanto para la producción de madera, como para alimento, biodiversidad y otras funciones ecosistémicas vitales para miles de chilenos que actualmente viven de ellos, ya que existen 1,4 millones de hectáreas aproximadamente, entre renovales densos y semi-densos, por lo que es importante analizarlos con detención.
Situación actual de los BNSC
Una porción de ellos ha sido manejada durante los últimos 50 años por profesionales forestales, comunidades locales, investigadores, empresarios, pequeños y medianos propietarios de bosques. En este contexto se pueden destacar ejemplos notables.
Otra parte de estos renovales se ha mantenido sin intervención, bajo custodia de otros propietarios, incluidos CMPC y Arauco. Pese a que esta categoría hace una importante contribución en captura de carbono, biodiversidad y producción de agua, no se realiza en forma productiva.
Existe también una porción de bosque nativo de segundo crecimiento que durante años ha sufrido una constante degradación. Motivos como la presión maderera local, sustitución por plantaciones, agricultura, ganadería y en mayor parte para la producción de leña y carbón, han llevado a estos bosques a una irremediable pérdida de productividad.
Si observamos la situación de no intervención como de sobre-explotación desde una perspectiva de país forestal, concepto que como CORMA hemos levantado como idea fuerza, es lamentable que pese al potencial de crecimiento, calidad de la madera y a los excelentes ejemplos de manejo responsable, el sector forestal propietario de bosques nativos de segundo crecimiento no ha contribuido a su desarrollo, en comparación con el sector que se sustenta en plantaciones, al considerar igualdad de superficie.
Lo antes indicado no ha favorecido el desarrollo de una industria maderera de alto valor basada en el bosque nativo, condicionando su aporte a las comunidades locales y pequeñas y medianas empresas que podrían usar sustentablemente la amplia gama de productos generados a consecuencia del manejo responsable de estos bosques.
Las causas que han imposibilitado el desarrollo del sector nativo, basado en renovales, a la par con lo que se ha hecho en plantaciones, son diversas. Hasta hace pocos años ha sido clara la inexistencia de voluntad política para avanzar en distintas materias de interés para el sector, como la ley de bosque nativo y su posterior reglamento.
Esto refleja el ánimo de una parte del sector forestal, que ve en estas políticas una amenaza para la sustentabilidad del recurso, más que una oportunidad de generar una nueva economía. Por otro lado y principalmente las empresas del ámbito de plantaciones, perciben un riesgo alto de supuestamente exponer su imagen pública en caso de desarrollar líneas de trabajo mediante el manejo de estos bosques, afectando sus negocios principales.
La conclusión final es que no hemos sido capaces de alinear las voluntades de todas las partes involucradas para desarrollar sustentablemente los renovales. Más aun, no hemos mirado en el largo plazo, ni tampoco hemos generado las confianzas para que esto ocurra.
¿Qué hacemos al respecto?
Creemos que es el momento para hacer un nuevo esfuerzo por alinear los objetivos y poder desarrollar un modelo basado en el manejo de los bosques de segundo crecimiento.
Se requiere una mirada de largo plazo, que permita crear una nueva industria forestal para 50 años más y proyectar una economía más equilibrada. Se debe incluir a todos los actores: empresas forestales, institutos de investigación, universidades, Estado, organizaciones ambientales y asociaciones gremiales, además de comunidades locales, microempresarios y pueblos originarios.
El modelo tiene que ir necesariamente en dirección del desarrollo y generación de empleos locales y el mejoramiento del estándar de vida de miles de comunidades y vecinos en las zonas donde actualmente se desarrolla la industria forestal.
En este sentido, estamos en el minuto preciso, pues se ha avanzado notablemente en nuestro país en muchos aspectos necesarios para lograr una industria forestal más responsable.
Para lograr lo planteado anteriormente, es importante enfrentarlo con una visión conjunta hacia aquellas prácticas sostenibles, que permitan ordenar estos bosques y sumarlos al desarrollo forestal. Esto a nivel mundial no es algo nuevo, existe en Europa y gran parte de Norteamérica, pero en Chile debemos comenzar. Para lograrlo se requiere además:
-Crear estándares comunes de manejo sustentable de renovales, a nivel operativo, donde participen las organizaciones ambientales, empresas, universidades y el Estado.
-Apoyar el desarrollo de una industria transversal y atomizada que pueda utilizar los diversos productos que se extraen como consecuencia del manejo, haciendo un uso integral de estos recursos
-Valorizar de manera activa las funciones de los bosques de renovales, tales como producción de agua, fijación de carbono, biodiversidad, alimentación y uso medicinal, entre otras.
-Sumar al manejo sustentable de renovales la superficie que se encuentra en manos de grandes empresas forestales basadas en plantaciones.
En este último punto, es importante destacar los esfuerzos individuales y sectoriales que se han realizado para posicionar al sector forestal y mejorar los estándares ambientales y sociales con los cuales se desarrolla el negocio. Por este mismo motivo, es imperioso aprovechar la oportunidad que existe de traspasar estas mejoras y utilizar también otras ventajas estratégicas que poseen los renovales que se encuentran en propiedades de empresas forestales.
Nos asiste el pleno convencimiento de que el recurso, adecuadamente manejado y sus productos comercializados de manera justa, contribuirá significativamente a la visión que debemos darle a nuestros bosques de segunda generación para el año 2050, los que manejados de manera sustentable constituirán la fuerza renovadora del bosque nativo chileno.
Fuente: Corma