¿Qué pasa si se dividen los países no por las fronteras arbitrarias diseñadas por el fruto de la guerra y la política, sino por sus cuencas hidrográficas naturales? El resultado es el siguiente: naciones diminutas circunscritas a ríos con escasos afluentes que nacen y mueren a pocos kilómetros de la costa y gigantes continentales que se expanden de norte a sur, de este a oeste, en forma de enormes sistemas de ríos conectados entre sí.
Szucs, el autor, ha realizado numerosos mapas, y están puestos a la venta en su página de Etsy. Los hay de un sinfín de países. Cada cual es más fascinante que el anterior porque en muchos sentidos contribuyen a explicar mejor las diferencias geográficas internas, y por tanto políticas, sociales y culturales, de muchos de los países analizados. En el fondo, alrededor de las cuencas se crean sistemas económicos y culturas que trascienden las fronteras ficticias dibujadas en los mapas.
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Sudamérica y su esplendor. Destacan tres cuencas: la del Orinoco al norte de Brasil, al este de Colombia y al sur de Venezuela; la del Amazonas, que ocupa la centralidad del continente y que es una de las más vastas del planeta; y la del Paraná, en verde, cruzando Brasil y desembocando prácticamente en la Plata. Los Andes configuran todo el entramado de minicuencas del oeste del continente, muy fragmentadas, pequeñas y demasiado cerca del mar como para ser más grande.
La geografía de Europa queda determinada también por sus cuencas. En la península ibérica, por ejemplo, las cuencas tienden a ser pequeñas, aunque largas, dado que los ríos la transcurren casi en su totalidad para desembocar o bien en el Atlántico, como el Duero o el Tajo, o bien en el Mediterráneo, como en el Ebro. Italia, Reino Unido y Escandinavia cuentan con sistemas semejantes, pequeños y numerosos. Sin embargo, la situación cambia en el norte del continente, donde las grandes llanuras permiten que florezcan sistemas de ríos enormes como el del Rin, el Elba o el Vístula, y el impresionante Volga y el singular Danubio, que aún a día de hoy mimetiza casi paso a paso las antiguas fronteras del Imperio Austrohúngaro.
Estados Unidos. La más destacable es la del Misisipi, por supuesto, gigantesca en conjunción con la del Misuri. Más pequeñas son las que surgen de la cordillera de los Apalaches y van a morir al Océano Atlántico.
Y por fin, África, un continente de proporciones descomunales con numerosas grandes cuencas hidrográficas. En el centro, destaca la del Congo, cuya extensión se asemeja a las fronteras de la República Democrática del Congo. En rojo, más arriba, la larguísima del Nilo, que llega desde el Rif hasta el Mar Mediterráneo. En el África Subsahariana destacan ante todo las cuencas del Níger y su particular arco norte-sur y la del Volta, constreñida en el golfo. Al sur, la más extensa es la (marcada en verde) del Zambeze, así como la amarilla del río Orange.