Japón no sabe qué hacer con los árboles que plantó hace 70 años

¿Cómo se puede plantear una inversión a 70 años vista? El director financiero de Sumitomo Forestry, una empresa nipona especializada en el negocio de la madera, tiene enorme suerte de no haber tenido que plantearse esta duda tras la Segunda Guerra Mundial. Pero eso no quiere decir que lo tenga fácil para dilucidar, ahora, cuál es el retorno esperado de las miles de hectáreas repletas de un arbol cuya madera es de una calidad excelente, pero que el mercado sencillamente no quiere comprar.

Hace siete décadas, y tras capitular ante Estados Unidos, la economía nipona tuvo que arrasar con buena parte de sus reservas madereras para alimentar la reconstrucción de sus ciudades. En las peladas laderas, y con el objetivo de esquivar la deforestación por segunda vez en su historia, las autoridades del archipiélago (tuteladas de forma directa por Washington) decidieron plantar dos tipos de árbol: sugi e hinoki.

El primero es un tipo de cedro cuya madera es ideal para la construcción de las casas tradicionales japonesas, y la maduración del árbol se produjo hace ahora 20 años, cinco décadas después de su plantación masiva. En cuanto al hinoki, un ciprés autóctono, se pensaba que sería necesario para los usos más refinados: desde las copas de sake a los templos religiosos.

La madera que nadie quiere

El problema es que la hora del hinoki ha llegado, y casi nadie lo quiere. «Al fin, después de 70 años, es la hora de cortar los árboles de hinoki», afirma Akira Ichikawa, presidente de Sumitomo, cuya compañía cuenta con derechos sobre 9.500 hectáreas de esta preciada madera en declaraciones al diario londinense Financial Times. «El problema», explica, «es en qué usar su madera».

La abundancia de esta materia prima vegetal tiene su origen no sólo en las plantaciones masivas y de monocultivo, sino también en una política destinada a proteger esos preciados recursos madereros (que durante años permitió la importación sin apenas aranceles de madera extranjera), en la desregulación de comienzos de esta década que pretendía favorecer la construcción pero que inundó el mercado de madera barata, y en la situación actual del mercado.

El largo estancamiento económico y el progresivo envejecimiento de la población no han ayudado tampoco a levantar una demanda interna que parece preferir cada vez más las maderas baratas o incluso los compuestos sintéticos.

La solución estaría clara: exportar el caro y oloroso hinoki a otros lugares donde las clases más pudientes lo demanden. El problema es que, tras el Brexit, esta opción no es tampoco demasiado apetecible al haberse encarecido formidablemente las exportaciones. La tormenta en el mercado de divisas ha provocado que el dólar se cambie ahora por 100 yenes. Cuando las semillas del hinoki entraron en la tierra, un billete verde se cruzaba a 300 yenes.

Fuente: El Economista

1 thoughts on “Japón no sabe qué hacer con los árboles que plantó hace 70 años

  1. que no corten los àrboles. reconvertir el mercado de la madera muerta en un viaje turístico através de sus maravillosos bosques. Que la gente pueda disfrutar de esa maravilla VIVA.

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