En las últimas dos décadas las campesinas y los campesinos han observado cambios en el clima, como por ejemplo que la lluvia no llega cuando debería llegar para apagar los incendios en los bosques o que las tormentas son tan fuertes que se llevan la tierra fértil, provocando que la milpa ya no produzca como antes.
Al mismo tiempo, la comunidad científica ha coincidido en que estos cambios en las lluvias y temperaturas son por un aumento en la temperatura del planeta, a lo cual llamaron calentamiento global. Otras pruebas de dicho calentamiento muestran el incremento continuo en el nivel del mar, el derretimiento de los glaciares y una mayor frecuencia en la ocurrencia de eventos climáticos extremos, tales como: huracanes, sequías e incendios forestales que afectan la vegetación y fauna de los bosques y selvas de todo el mundo.
La percepción de este cambio climático mantiene el tema ambiental en el debate internacional desde 1972, en cada una de las Conferencias de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo, donde México es uno de los 178 países participantes.
A partir de entonces, los países han reconocido su responsabilidad como emisores de dióxido de carbono (gas de efecto invernadero), así como la importancia de evitar la deforestación y degradación forestal que elimina árboles y reduce la capacidad de los bosques y selvas para absorber el dióxido de carbono presente en la atmósfera.
Ante tal reto, México a través de la Comisión Nacional Forestal, se encuentra en el proceso de construcción de la Estrategia Nacional de Reducción de Emisiones por Deforestación y Degradación de los bosques, llamada ENAREDD+. Una vez terminada, esta estrategia deberá promover el uso sustentable de los recursos forestales a través de un manejo integrado del territorio para lograr un desarrollo rural sustentable, que permita reestructurar y reducir las presiones que conducen a la deforestación y la degradación forestal.
La construcción de la ENAREDD+ ha obligado a reflexionar sobre el desarrollo sustentable del medio rural y sobre lo que se necesita hacer para alcanzarlo.
Mientras que las naciones son guiadas por su preocupación ante la pérdida de los bosques y, por ende, la disminución de la capacidad de los ecosistemas para absorber el carbono de la atmósfera, lo que agravaría el problema del cambio climático. A nivel local, los ejidos y comunidades rurales e indígenas se preocupan por mantener sus medios de vida, a través de la agroecología y la autonomía local.
En este sentido, el desarrollo rural sustentable busca hacer compatibles las soluciones a las preocupaciones globales y locales, para lo que no existe una receta única. Las condiciones sociales y ambientales de cada localidad determinarán qué hacer en cada caso para lograr este desarrollo (ver imagen).
En la actualidad, algunas comunidades han sido protagonistas de cambios en la forma de producir y organizarse, lo que puede inspirar a otras comunidades para alcanzar el bienestar social y el buen manejo de sus recursos naturales. Tal es el caso de la experiencia de comunidades indígenas de Oaxaca, quienes se propusieron conectar a la pequeña población productora del Sur con los consumidores conscientes del Norte, eliminando los intermediarios y proporcionando un precio “justo” a los productores.
De esta manera, los consumidores pagan un precio más alto que el determinado en el mercado, y a cambio, los productores garantizan que su producción sea ecológicamente benigna y socialmente benéfica.
Estas comunidades indígenas de Oaxaca, productoras de café orgánico, formaron la Unión de Comunidades Indígenas de la Región del Istmo (UCIRI), compuesta por 54 comunidades, con más de 3,000 socios que hoy en día son dueños de una fábrica de mermelada orgánica, una red de tiendas con sus productos a bajo precio, un laboratorio que elabora medicinas a partir de hierbas medicinales, un banco de crédito para sus miembros y una fábrica de confección que provee trabajo a mujeres indígenas.
A pesar de la importante participación de la UCIRI en el mercado, su prioridad es la satisfacción de las necesidades básicas de las comunidades, utilizan la tecnología local y se caracterizan por la participación de los hombres, mujeres y jóvenes que las conforman.
Asimismo, existen esquemas de desarrollo rural sustentable que giran alrededor de la producción forestal industrial, como la que se practicó en varias comunidades forestales en el sur y centro de nuestro país, cuando, en los años setenta, las comunidades ganaron el derecho de talar sus propios bosques, antes explotados por compañías privadas y paraestatales, dando lugar a la producción forestal industrial comunitaria.
En este rubro se encuentra la empresa forestal comunitaria de San Juan Nuevo Parangaricutiro, Michoacán, la Unión de Comunidades y Ejidos Forestales de Oaxaca, la Unión de Ejidos Emiliano Zapata en Durango, la Sociedad de Productores Forestales de Quintana Roo y la Organización de Ejidos Productores Forestales de Quintana Roo.
Estas empresas se han certificado como producción comunitaria forestal por el Consejo Civil de México de Silvicultura Sustentable, permitiendo que la comunidad verifique que cumple con el buen manejo de sus recursos naturales, además de que posiciona a sus productores forestales en el mercado nacional e internacional.
Las naciones están interesadas en que estos esquemas de desarrollo rural sustentable persistan en el tiempo, por lo que, a través de REDD+, otorgará los incentivos financieros para promover este desarrollo, valorar los servicios ambientales de los bosques y reducir la presión sobre los bosques.
Las Acciones Tempranas REDD+ que se han establecido a escala local en diferentes regiones de México (Jalisco, Chiapas y Península de Yucatán), buscan que todas las actividades rurales productivas estén coordinadas. Por ejemplo las actividades agropecuarias asociadas con el bosque, el manejo comunitario de los bosques y de sus empresas forestales, la diversificación productiva, así como la conservación y protección de los bosques, de sus servicios y su biodiversidad en el largo plazo.
En el video Gira la Tierra, por un bosque más, presenta el testimonio de la participación ciudadana en la Acción Temprana REDD+ que se está llevando a cabo en el estado de Jalisco.