Tendencias y desafíos para los viveros forestales

Hay brechas entre los que están trabajando con tecnología de punta como la propagación clonal, y otros que todavía no dan el salto.

«Hay una movida hacia buscar lo reciclable, cambiando los contenedores de plásticos por envases biodegradables, por ejemplo de papel», explica Rodríguez.

Lo último en desarrollo genético

Los productores de madera empezaron trabajando con semillas de origen desconocido, que recolectaban por bosques cercanos; pero desde los comienzos de la industria forestal ha pasado mucha agua bajo el puente.

De la silvicultura familiar campesina hoy queda poco. Las tendencias que comienzan a masificarse para la reproducción de plantas forestales son la clonación, utilizando semillas para la polinización controlada o silvicultura clonal.

«Son clones y no familias. Eso es lo que estamos haciendo como CMPC en eucaliptus, y lo que está haciendo en pino radiata y eucaliptos, Arauco», explica Francisco Rodríguez.

En el tema de mejoramiento genético, los viveros de ambas forestales son de los más desarrollados del país, ya que vienen hace años trabajando el desarrollo genético de las plantas.

Una de las innovaciones en esa línea tiene que ver con los llamados mini jardines clónales, que son sistemas intensivos de control ambiental, de riego y nutrición, que permiten concentrar estacas, las que posteriormente pueden ser enraizadas en lugares aptos de plantación.

Con eucalipto, incluso se están probando nuevos híbridos de tres especies.

«Dentro del programa de propagación clonal, la innovación máxima es la propagación de híbridos. Ya se están generando híbridos de tres especies a modo de ensayo, y en términos operativos tenemos plantas con dos especies. Es lo más avanzado en cuanto a viverización de eucaliptus«, explica Rodríguez.

En pino es un poco más complejo ese desarrollo.

«Se requieren herramientas que no están libres, están patentadas en general. Implica el uso de crio preservación y génesis somática. Pocas empresas la tienen disponible en el mundo. En Chile, somos pocos de los que tenemos esa tecnología», explica Rodríguez.

Desafíos para el sector

Uno de los mayores desafíos es que un gran porcentaje de forestadores hoy no está ocupando plantas mejoradas genéticamente. Eso genera una brecha entre las empresas que tienen acceso a trabajar con buen material genético, y las que no.

Es por ello que la genética de los viveros debiera estar atada a programas de mejoramiento genético, lo que no pasa.

«En Chile eso no existe y el Estado no tiene regulaciones en genética. Las plantas baratas después no crecen. Si la calidad genética es baja el productor va a perder su plata. Las plantas debieran tener una acreditación de acuerdo a la genética que usan», explica Rodríguez.

En ese sentido, convendría mirar la experiencia de otros países.

En Valencia, España, por ejemplo, se han desarrollado programas para trabajar con materiales de procedencia específica en la plantación de especies nativas. En Estados Unidos, por otra parte, la cosecha de semillas es muy sectorizada y estandarizada. Al momento de plantar se sabe de qué lugar, altitud y latitud vino el material.

Aunque la Corporación Nacional Forestal ha subsidiado plantaciones, por ejemplo de especies nativas, esas no han sido suficientes. Además, no existen en el país herramientas para controlar la condición y alta calidad de una planta por instituciones gubernamentales.

Quizás una herramienta que asegura cierta medida de^ calidad son las certificaciones, como la de Buenas Prácticas Agrícolas u otras más específicas como la ISO 14.000 de gestión ambiental, pero que no todos tienen.

Los expertos dicen que no preocuparse de tener las certificaciones puede empezar a dejar a productores fuera de mercado.

«En la medida en que los pequeños quieran entrar van a tener que usar, cada vez más, plantas certificadas. Ellos deben subirse al carro», explica Rodríguez.

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