
Matière Première Architecture, un estudio de arquitectura de Quebec, junto con su empresa hermana Nu Drom (constructora) y un socio carpintero, adquirieron un terreno cerca de Magog para establecer un espacio que reflejara su identidad basada en la integración de diseño y construcción. El proyecto incluyó dos edificios: uno para producción artesanal y otro como espacio de trabajo y participación ciudadana. Aunque el texto se centra en el edificio de oficinas, ambos forman un conjunto unificado en materiales y ubicación.
Situado en una zona boscosa con vistas al Monte Orford, el proyecto Atelier Matière Première – Nu Drom se integra en el entorno natural y cultural, transformando un antiguo restaurante en un espacio contemporáneo que honra el patrimonio local. La arquitectura busca ofrecer una experiencia inmersiva y táctil, en armonía con el paisaje de Quebec.

“Diseñar aquí significó primero escuchar: escuchar la tierra, la historia del sitio y nuestras propias necesidades como creadores”, dice Etienne Chaussé.
Un edificio que convive con el paisaje
El edificio de oficinas, con su silueta minimalista inspirada en la arquitectura rural vernácula, se concibe como un escaparate en constante evolución para la práctica creativa del estudio. Los ventanales, cuidadosamente ubicados de suelo a techo, crean sutiles juegos de luz que cambian con las horas y las estaciones, garantizando que cada experiencia en el espacio sea única.
“Queríamos que el edificio se integrara armoniosamente con su entorno”, explica Marc-Antoine Chrétien, arquitecto del proyecto. “Cada abertura se diseñó para establecer una conexión permanente, casi orgánica, con el exterior”.
El revestimiento de cedro blanco, si no se trata, desarrollará una pátina plateada con el tiempo, reflejando la lenta evolución del edificio en su entorno natural.
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Un umbral deliberado entre lo construido y lo natural
El diseño paisajístico desempeñó un papel fundamental en el proyecto. Si bien el sitio se eligió por sus vistas, su carácter virgen también tenía un gran valor. Para proteger esta integridad, se dejaron grandes porciones del terreno en su estado natural. Para definir una transición clara entre los paisajes construidos y los intactos, el equipo de diseño implementó jardineras bajas de hormigón con hierbas y coníferas, así como un pavimento cuidadosamente colocado. El objetivo era crear una barrera visual y sensorial entre el edificio y su entorno boscoso, una forma sutil de reafirmar la presencia humana respetando el ecosistema.
Espacios interiores de luz, calidez y flexibilidad
En el interior, la arquitectura equilibra apertura e intimidad, funcionalidad y ambiente. Una escalera escultural de acero plegado, rematada con roble, actúa como bisagra espacial, conectando los espacios más públicos de la planta baja con el estudio creativo de la planta superior.
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“Las vigas vistas y la carpintería revestida con tela no son solo opciones estéticas”, explica Samuel Godin, director de proyecto. “Contribuyen a la experiencia táctil y acústica, aportando suavidad y tranquilidad al espacio de trabajo”.
La flexibilidad también impulsó la distribución interior. La planta baja, actualmente utilizada como sala de exposición, se concibió para convertirse fácilmente en espacio adicional de oficinas según las necesidades, garantizando así una larga vida útil sin necesidad de demolición.
“Anticipar las necesidades futuras para evitar renovaciones innecesarias es una parte fundamental de una arquitectura reflexiva”, añade Francis Provost, arquitecto paisajista y director de proyectos.
El confort térmico y el papel de la luz natural
El confort térmico y el aprovechamiento de la luz natural guiaron las decisiones de diseño desde los primeros bocetos. Las fachadas acristaladas, estratégicamente orientadas, ayudan a regular la temperatura interior a la vez que maximizan la entrada de luz natural. En la fachada sur, la pared de vidrio se retranquea deliberadamente respecto a la envolvente del edificio, creando un amortiguador térmico que limita la ganancia de calor solar en verano y mejora el calor pasivo en invierno. Al oeste, una pantalla exterior de madera filtra la luz solar vespertina de ángulo bajo, proporcionando confort visual sin comprometer la conexión con el paisaje. Esta armoniosa integración de estrategias pasivas contribuye a crear espacios cómodos e inspiradores. Aquí, la luz natural se considera un material vivo, fundamental para el enfoque arquitectónico de la firma.
Un proceso compartido, un lugar compartido
El proceso de diseño en sí se caracterizó por un espíritu de autoría compartida. Arquitectos, carpinteros y paisajistas trabajaron en estrecha colaboración durante todas las etapas del proyecto, desdibujando las fronteras entre disciplinas y fomentando un profundo sentido de pertenencia y orgullo. El resultado es un lugar de trabajo moldeado no solo por la visión, sino también por las manos y la mente de quienes ahora lo habitan. Esta sinergia entre concepto y artesanía encarna la filosofía del estudio: una arquitectura que se siente tanto como se ve.

La maderas

Madera cedro blanco

Madera roble americano
Fotografías: Alex Lesage, Ian Balmorel.
Fuente: Matiere premiere architecture.