
La sostenibilidad forestal se describió por primera vez en el libro Sylvicultura oeconomica del autor alemán Hans Carl von Carlowitz, publicado en 1713 y, si bien nuestra comprensión de lo que constituye la sostenibilidad ha evolucionado significativamente en 300 años, ha sido durante mucho tiempo una piedra angular de la gestión forestal.
El trabajo de Von Carlowitz plantó la semilla de lo que ahora conocemos como desarrollo sostenible, definido en el histórico informe de 1987 de la Comisión Mundial sobre Medio Ambiente y Desarrollo (el ‘Informe Brundtland’) como “desarrollo que satisface las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades”.
La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (UNFAO) define la gestión forestal sostenible como “la administración y el uso de los bosques y las tierras forestales de una manera y a un ritmo que mantenga su diversidad biológica, productividad, capacidad de regeneración, vitalidad y su potencial para cumplir, ahora y en el futuro, funciones económicas y sociales ecológicas relevantes, a nivel local, nacional y global, y que no cause daños a otros ecosistemas.”
En EE. UU. y Canadá, la sustentabilidad forestal se mide con criterios e indicadores que representan la gama completa de valores forestales, incluida la biodiversidad, la condición y productividad del ecosistema, el suelo y el agua, los ciclos ecológicos globales, los beneficios económicos y sociales y la responsabilidad social. Los criterios e indicadores de sostenibilidad forman la base de las reglamentaciones de cada país, así como de los programas de certificación forestal sostenible de terceros.